Margarita Flórez Alonso, la nueva secretaria Distrital de Ambiente de Bogotá, habló en exclusiva para Catorce6 de su tránsito de la organización de la sociedad civil al equipo de gobierno de Bogotá.
REDACCIÓN / CATORCE6
Hacer del medio ambiente uno de los ejes centrales de su administración y del cuidado de los cuerpos de agua la prioridad, hacen parte de los desafíos de la administración del alcalde Gustavo Petro. Tales tareas tienen como principal responsable a Margarita Flórez, nueva secretaria de Ambiente de la capital, quien goza de una amplia experiencia en la defensa de los derechos colectivos y ambientales.
Su trayectoria se extiende a investigaciones sobre protección del conocimiento tradicional, medio ambiente y territorio con comunidades negras e indígenas del Pacífico colombiano, bioseguridad, registro y control de plaguicidas químicos de uso agrícola, además de análisis de la legislación de los acuerdos de libre comercio internacionales y regionales. Esta abogada de la Universidad del Rosario y especialista en derecho ambiental, habló para Catorce6 sobre la importancia de la sociedad civil en el cuidado ambiental y lo que va a impulsar desde la Secretaría Distrital de Ambiente.
Su trayectoria tiene que ver con la participación de la sociedad civil en decisiones públicas. ¿Cómo ha sido ese tránsito entre las organizaciones de la sociedad civil y las de gobierno?
Es un reto no abandonar ese espíritu de búsqueda, de interlocución, de presentación de propuestas, que ha animado el camino tanto de las organizaciones no gubernamentales como de las gubernamentales. En general, en los temas ambientales la cuestión es entender que hay una multiplicidad de actores. Creo que hay que apoyar esas experiencias.
¿Quiénes son esos actores?
Empresarios, sectores académicos, ciudadanos comunes y corrientes; ellos están realizando acciones importantes en materia ambiental. Vamos a tener la oportunidad de hacer una movilización social significativa. Según las instrucciones del Alcalde, la Secretaría de Gobierno va a liderar esa estrategia. A cada Secretaría le corresponde una temática. Esta Secretaría impulsará su agenda ambiental teniendo en cuenta la multidimensionalidad de actores y la cantidad de intereses que están en juego. A mí como investigadora me gusta mucho lo que se va a congregar.
El medio ambiente es uno de los temas que más puede aglutinar gente en la sociedad bogotana…
El medio ambiente sí es un gran aglutinador a nivel planetario. Si ve las discusiones sobre cambio climático hay defensores multigeneracionales, multidisciplinarios y en diferentes niveles de discusión, desde la académica hasta el comentario. La réplica de esos procesos sociales que han surgido alrededor de la política y todos sus niveles es un ingrediente que podemos aportar desde la Secretaría a la discusión en Bogotá.
El alcalde Petro tuvo el tema ambiental como uno de los ejes principales de su programa en su campaña, eso implica una enorme responsabilidad para usted como Secretaria de Ambiente. ¿Cómo lograr que el resto de dependencias del Distrito incorporen las variables ambientales en la formulación de sus planes de gobierno?
Entiendo que esto es un equipo de trabajo, no una secretaría. Va a haber un jalonamiento de muchas de las secretarías, por ejemplo de la Secretaría de Planeación. Esta es la que define los usos del suelo y tiene injerencia en factores que alteran el medio ambiente en Bogotá. Ellos tienen el comando; creo que la persona que está ahí es una ambientalista y una experta absoluta de talla internacional y liderazgo nacional sobre el tema. De ella vamos a tener una gran receptividad. Va a haber cooperación, centralidad y las secretarías no van a ponerse trabas entre sí.
El ideario que traza el programa de Petro a la Alcaldía es de una gran sensibilidad por lo ambiental. Como lo dijo en su discurso de posesión, nombró primero el agua. Él no nombró otro elemento, como construir avenidas, sino hizo énfasis en rescatar los cuerpos de agua. Por eso, vamos a tratar de rescatar las quebradas, los ríos y los humedales.
Y ese desafío de rescatar los cuerpos de agua, ¿cómo va a ser asumido?
Tenemos que partir del hecho de que ya existen estudios y diagnósticos que dicen cuáles son las causas del detrimento ecológico. Algo importante es que Bogotá ya tiene definida su estructura ecológica principal. El Plan de Desarrollo desde hace unos años nos marcó derroteros, entonces hay una estructura ecológica principal que hace parte de una regional. En Cundinamarca, por ejemplo, la protección del agua no la puede hacer solamente el gobierno de Bogotá; otras entidades como Corporinoquia, Corpochivor, la CAR, Parques Nacionales y otros entes territoriales tienen que jugar un papel importante en la protección del agua, claro, junto con la empresa de acueducto y alcantarillado. En otras palabras, es entender que el agua está situada fuera de la jurisdicción de Bogotá. Sin embargo, todos dependemos del agua, entonces debemos avanzar en acuerdos.
Pienso que temas como los cuerpos de agua son de los más agenciados por el movimiento social y de los más documentados a nivel comunitario y académico. Hay una fuerza social, un conocimiento y una voluntad ciudadana de seguir impulsando, lo cual me parece un aspecto relevante.
También hay acciones adelantadas por actores económicos que tienen un recorrido, lo cual les da un papel para sentarnos en una mesa y lograr espacios de negociación política.
Se nota en lo que dice un énfasis grande de convocar al sector privado como uno de los actores fundamentales del desarrollo y de las dinámicas ambientales de la ciudad. Eso quiere decir, que no hay razón para que se alarmen los empresarios que piensan que este gobierno les va a cerrar las puertas.
El discurso de Petro no dice que vamos a empobrecer a los ricos, sino que vamos a tratar de unificar a los que no tienen mucho.
¿Cómo lograrlo?
Primero parte en reconocer que es indispensable una agenda ambiental. Debemos armonizar las agendas ambientales comunitarias e institucionales. Es un reconocimiento mínimo que se debe hacer.
¿Y qué podrían esperar los actores comunitarios de un alcalde que ha hablado con mucha fuerza de participación y de una mujer como usted que ha hecho de la participación una de sus principales batallas?
La participación es uno de los aspectos más relevantes de nuestra administración, y tiene que ser así.
En los temas ambientales son los mismos ambientalistas que a veces participan de las mismas actividades... ¿qué mensaje hay para otros actores sociales que a veces no se interesan en los temas ambientales o que creen que los temas ambientales les pertenecen a unos pocos?
Tengo una percepción de que hay una manera de manifestarse de los actores, sobre todo de los jóvenes comunes y corrientes que no pertenecen a organizaciones ambientalistas. Ellos sí se preocupan por aspectos ambientales que tienen que ver con el consumo, la producción, el reclamo por áreas protegidas y por el respeto a los animales.
Nos encontramos en el siglo XXI, donde si uno pudiera decir atrevidamente que en la última parte del siglo XX se vio una fragmentación y una aparición de los nuevos movimientos sociales me parece que hay una evolución no de nuevos movimientos sociales sino de actitudes sociales que se expresan casi a nivel individual. La gente quiere expresar su opinión sobre un parque natural, o sobre el mar o un humedal, independientemente de su adscripción política o de su tribu urbana.
Entonces, en materia ambiental, ¿qué se puede esperar de esta administración?
Que los temas ambientales en esta administración se conviertan de presencia y debate cotidiano. Ojalá que dé logros próximos a las aspiraciones ciudadanas. Creo que debe haber gestión y logros que sean tangibles y reconocidos como tal. No es difícil lograrlo. Fíjese que en la agenda de Río a 20 años se logró una ampliación de los de la causa. Hemos salido de espacios muy cerrados con consignas a una apropiación de las temáticas. En Bogotá vamos en esa dirección: la gente está junto al humedal y queremos que haya más gente que entienda el valor de los humedales y quebradas, que haya más gente en contra de quienes van a construir en un cauce, que haya más respeto por las normas urbanísticas. Que una especie de sanciones sociales ayuden a los procedimientos públicos.