Roberto Pardo fue hasta ayer un ícono viviente de los parques nacionales de Colombia.
Uno de los guardaparques más queridos del Sistema Nacional de Áreas Protegidas de Colombia, murió ayer en Barranquilla, después enfrentar quebrantos de salud.
Biólogo marino, educador ambiental muy reconocido por sus compañeros por su tenacidad, su fortaleza y su obstinación para hacer todo lo humanamente posible para la conservación de los ecosistemas.
Quienes lo conocieron hablan de él como un gran investigador y educador ejemplar, por su capacidad de hacer sencillos los desafíos ambientales más grandes y complejos.
Fue guardaparques en los parques Isla Gorgona, Malpelo, Farallones, en varias zonas naturales del pacífico y en parques naturales de la Región Caribe.
Robertico, como era llamado por sus compañeros en razón del cariño y sus apenas 97 centímetros de estatura, supo combinar el humor con el conocimiento y la pedagogía ambiental.
Su legado quedará como referencia y huella para las nuevas generaciones que han hecho de la conservación una decisión de vida.