A pesar de que la industria cosmética ha estado envuelta en diversos escándalos por el uso de ingredientes que afectan la salud humana, aún hay un gran vacío en el control que se hace a los productos de belleza.
Hace algunas décadas las fórmulas cosméticas estaban basadas en los pigmentos usados como agentes colorantes por los pueblos antiguos, los cuales ahora se encuentran prohibidos por estar compuestos por sustancias peligrosas. Por ejemplo, para el maquillaje de la cara se utilizaba plomo blanco para dar un color pálido, el fósforo rojo se usaba como colorante para añadir un toque de color a las mejillas y el cinabrio amarillo (HgS) daba brillo a los labios. Se acentuaba la intensidad de los ojos usando sombra de oropimente (As2S3) y máscara de pestañas de estibinita (Sb2S3). Es decir, que estos cosméticos solían contener metales pesados como plomo, arsénico, mercurio y antimonio, los cuales, a pesar de contribuir a la belleza, representaban un riesgo para la salud.
Sin embargo, existen muchas investigaciones que corroboran la presencia de metales pesados en formulaciones cosméticas actuales como: tintes de cabello, maquillaje como sombras y labiales que han producido daños en el consumidor.

Los productos fabricados en la Unión Europea tienen prohibidas más de 1.300 sustancias asociadas con el cáncer, daños congénitos y trastornos reproductivos, sin embargo la ley de la Administración de Alimentos y medicamentos de Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés) únicamente solicita a las compañías retirar los productos del mercado una vez que suficientes consumidores han reportado daños en su salud.
Sin embargo, la FDA tiene publicado en su portal web variedad de informes en los que advierte de ciertos productos por sus posibles efectos nocivos para la salud. Los más comunes están relacionados con los metales pesados, para los que tiene las siguientes restricciones: El mercurio en cosméticos está permitido sólo como conservantes en los productos de la zona del ojo. Se pueden usar sólo en una cantidad muy pequeña que no supere las 65 partes por millón (ppm).
Una guía publicada por la FDA recomienda un nivel máximo de 10 ppm de plomo en productos cosméticos labiales (tales como barras de labios, brillos de labios, y perfiladores de labios) y cosméticos aplicados externamente (sombras de ojos, champús y lociones para el cuerpo). El acetato de plomo se permite como un ingrediente para la coloración del cabello, pero el producto debe ser etiquetado con una declaración de precaución. El Cromo está permitido para su uso como aditivo de color en los cosméticos aplicados externamente, no existe una regulación que limite su uso en los cosméticos.
En un artículo publicado en la revista Newsweek el pasado 3 de Marzo, se advierte sobre el riesgo de los productos para alisar el cabello como la Keratina, pero el enfoque central es en la población afroamericana, ya que son quienes más utilizan estos tratamientos y por lo tanto se encuentran más expuestos a los efectos adversos de las sustancias que componen estos tratamientos alisadores.
De acuerdo con el Grupo de Trabajo Ambiental (EWG), una organización de investigación con sede en Washington, que supervisa la seguridad de productos de consumo y aboga por una regulación más estricta, aproximadamente tres cuartas partes de los productos que se comercializan específicamente para las mujeres afroamericanas contienen altas cantidades de productos químicos peligrosos y tóxicos como parabenos y formaldehído.
La organización EWG también encontró químicos tóxicos en fórmulas de maquillaje, como por ejemplo, el Methylisothiazolinone se encuentra presente en 118 productos analizados, y se encuentra prohibido en Europa parcialmente por el Comité Científico de la Comisión Europea sobre la seguridad del consumidor. Sin embargo, en los EE.UU la FDA permite que las empresas de cosméticos lo utilicen como aditivo en pequeñas dosis, pero con supervisión limitada.
Bioacumulación de metales pesados
A pesar de las restricciones que existen para metales pesados en cosméticos, es importante considerar que la frecuencia de uso genera una bioacumulación. Los consumidores están expuestos a niveles “bajos” de estas sustancias de manera reiterada. El riesgo está en que elevadas concentraciones de dichos metales en el organismo de los seres vivos alteran los procesos bioquímicos y fisiológicos ocasionando diversas patologías.

El American Journal of Kidney Diseases, advierte que la intoxicación por Bioacumulación de mercurio está directamente relacionada con enfermedades renales, pero también se asocia a síntomas como hipertrofia de tiroides, taquicardia, gingivitis, cambios en la personalidad y pérdida de memoria.
La bioacumulación de plomo en el organismo puede provocar hipertensión y enfermedades cardiovasculares en adultos, según la agencia para sustancias y enfermedades tóxicas del departamento de Salud y Servicios de los Estados Unidos, así mismo el programa internacional sobre productos químicos de Suiza advierte que el plomo puede acumularse en los huesos hasta por 20 años; interfiere en la función del calcio, inhibe la síntesis de hemoglobina y causa daño neurológico.
Cosméticos en Colombia
En nuestro país los cosméticos son vigilados y controlados por el INVIMA, por medio de una Notificación Sanitaria Obligatoria controlan la comercialización de éstos productos. Mediante un formato las empresas registran la información de sus productos como las especificaciones microbiológicas, la fórmula cuantitativa para sustancias de uso restringido, las instrucciones de uso del producto, las especificaciones organolépticas y fisicoquímicas, entre otros requerimientos. Así mismo deben presentar una certificación de la información técnica del producto firmada por un químico farmacéutico, quien verifica que los productos no perjudiquen la salud humana.
Sin embargo, no existen restricciones explícitas sobre el uso de metales pesados o sustancias tóxicas en los cosméticos, tanto en los que son importados como en los que se fabrican dentro del país, además el INVIMA no hace una detallada verificación de la documentación presentada, ya que la Notificación Sanitaria Obligatoria se produce automáticamente cuando se radican los formularios y demás documentos solicitados por la entidad.
Pero no es claro el control que se hacen a los cosméticos en cada uno de los países en donde son producidos, aproximadamente el 80% de los productos cosméticos que usamos en Colombia vienen de otros países, según el Ministerio de Industria y Comercio. México y Estados Unidos son los países que se destacan en las importaciones de estos productos hacia nuestro país.

Falsificación de Cosméticos
Si además tenemos en cuenta que ha crecido el mercado encargado de falsificar los productos de belleza alrededor del mundo y que de ellos no se tiene ningún tipo de control, los riesgos a la salud aumentan considerablemente.
En España, la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa), el año pasado realizó un análisis químico con el objetivo de comprobar la mala calidad de los ingredientes de las falsificaciones, para el estudio se utilizó la técnica de Cromatografía de Gases y la Espectrometría de Masa, que identifica los componentes de productos falsificados y los compara con los originales. Frente a los más de 80 componentes que contiene un perfume original, la mayoría de las falsificaciones no llega a más de 20 o 25. En alguna de las muestras analizadas se encontraron compuestos prohibidos como el etilenglicol (el ingrediente primario de los anticongelantes para automóviles).
Ana Rocamora, presidenta de la Sociedad Española de Químicos Cosméticos (SEQC) y directora de cosmeticsinMind, advierte que los productos falsificados: “No emplean activos ni de última ni de primera generación. De hecho, los ingredientes que usan suelen ser de calidad no cosmética o incluso caducada. Podrían ser glicerina industrial, propilenglicol, aceites industriales, conservantes no autorizados, colorantes industriales no autorizados, entre otros. Pero el mayor riesgo no viene del ingrediente en sí, sino de la posible concentración elevada de impurezas o mala conservación que pueden tener estos productos”.
“Al ser artículos que se aplican directamente sobre la piel, lo más frecuente es que produzcan reacciones cutáneas de contacto en forma de dermatitis, ya sea irritativa o alérgica, por sensibilización a alguno de sus componentes”, describe la especialista en dermatología Lidia Maroñas.
Si además tenemos en cuenta que ha crecido el mercado encargado de falsificar los productos de belleza alrededor del mundo y que de ellos no se tiene ningún tipo de control, los riesgos a la salud aumentan considerablemente.
En España, la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa), el año pasado realizó un análisis químico con el objetivo de comprobar la mala calidad de los ingredientes de las falsificaciones, para el estudio se utilizó la técnica de Cromatografía de Gases y la Espectrometría de Masa, que identifica los componentes de productos falsificados y los compara con los originales. Frente a los más de 80 componentes que contiene un perfume original, la mayoría de las falsificaciones no llega a más de 20 o 25. En alguna de las muestras analizadas se encontraron compuestos prohibidos como el etilenglicol (el ingrediente primario de los anticongelantes para automóviles).
Ana Rocamora, presidenta de la Sociedad Española de Químicos Cosméticos (SEQC) y directora de cosmeticsinMind, advierte que los productos falsificados: “No emplean activos ni de última ni de primera generación. De hecho, los ingredientes que usan suelen ser de calidad no cosmética o incluso caducada. Podrían ser glicerina industrial, propilenglicol, aceites industriales, conservantes no autorizados, colorantes industriales no autorizados, entre otros. Pero el mayor riesgo no viene del ingrediente en sí, sino de la posible concentración elevada de impurezas o mala conservación que pueden tener estos productos”.
“Al ser artículos que se aplican directamente sobre la piel, lo más frecuente es que produzcan reacciones cutáneas de contacto en forma de dermatitis, ya sea irritativa o alérgica, por sensibilización a alguno de sus componentes”, describe la especialista en dermatología Lidia Maroñas.