Andrew Wheeler asumió al frente de la EPA en remplazo de Scott Pruitt, quien tuvo que renunciar por más de una decena de investigaciones y cuestionamientos éticos.

Andrew wheeler. / Foto. Archivo TheIntercept.com
El encargo del presidente Donald Trump confirma que no habrá ningún cambio en la política ambiental estadounidense. Seguirá el desmonte de todas las iniciativas del anterior Gobierno para el impulso de las energías limpias y seguramente abandonará más escenarios internacionales de concertación.
“No tengo duda de que Andy continuará con nuestros grandes y duraderos planes para la EPA. ¡Hemos hecho tremendos avances y el futuro de la EPA es muy brillante!” trinó al presidente Trump para confirmar el nombramiento de Andrew Wheeler, que asumió la semana anterior como director de la EPA la principal autoridad ambiental de ese país.
Wheeler trabajó durante años como cabildero para algunas de las compañías más grandes de carbón, productos químicos y uranio de Estados Unidos. Una de ellas fue Murray Energy Corp., la mayor empresa minera de carbón en ese país. Según el Consejo de Defensa de Recursos Naturales, el presidente de la minera, Robert Murray "luchó vigorosamente contra los intentos de la administración Obama de reducir las emisiones de carbono y fortalecer las leyes ambientales y de salud pública".
El informe del grupo dijo que Wheeler también se desempeñó como vicepresidente de una federación de 300 miembros de la coalición de intereses carboníferos en la capital llamada Washington Coal Club.
Por eso, una de las principales preocupaciones expresadas por los defensores del medio ambiente es la postura de Wheeler respecto al cambio climático, sabiéndose de antemano que considera como un gran “engaño” el abrumador consenso científico de que las emisiones de gases de efecto invernadero están impulsando el cambio climático global.
Esa posición de negacionismo la ha expresado durante años en el Congreso estadounidense, donde pudo relacionarse muy bien con los republicanos que ahora lo consideran idóneo para el cargo por haber venido desempeñándose como subdirector.
El caso Priutt
Es un exfiscal estatal de Oklahoma cercano a la industria petrolera, que había interpuesto más de una decena de demandas contra la agencia de la que fue nombrado director. Cuando llegó a Washington, trabajó incesantemente para desmantelar las regulaciones ambientales implementadas durante el gobierno del entonces presidente Barack Obama, dirigidas a reducir la contaminación y las emisiones de gases de efecto invernadero.
Pruitt acumuló hasta 19 investigaciones separadas sobre su conducta que reflejaban un deslumbrante grado de desprecio por la ética federal, los intereses especiales y las normas de adquisición. Durante el año que estuvo en el cargo, viajó por todo el país a expensas de los contribuyentes para reunirse con grupos industriales y con donantes del Partido Republicano.
Finalmente renunció luego de una serie de revelaciones en las que se dieron a conocer sus costosos viajes en asientos de primera clase y su elevado gasto en seguridad, incluida una cabina insonorizada de 43.000 dólares para realizar llamadas privadas. También exigió la protección de guardias armados las 24 horas del día, lo que resultó en un equipo de 20 miembros que elevó los gastos de la agencia en más de 3 millones de dólares.
En declaraciones hechas el jueves a reporteros en el avión presidencial, Trump siguió elogiando a Pruitt y afirmó que no se trató de una decisión causada por la presión y que no fue él quien pidió la renuncia del hasta hoy director de la EPA.