Miércoles, 23 Abril 2025

Madera hecha a partir de residuos plásticos, un cuarto que convierte la humedad en agua y un aparato que atrapa la energía de las olas del mar fueron las tres propuestas ganadoras de la segunda versión del Premio Odebrecht al Desarrollo Sostenible. En ese orden, los proyectos ocuparon el primer, segundo y tercer puesto, aunque cada uno recibió el mismo premio: 40 millones de pesos.

El proyecto ganador del primer puesto es una alternativa al incremento de residuos plásticos, que propone usarlos como materia prima para la construcción de viviendas. Según Javier Eduardo Ramírez, egresado de Ingeniería Ambiental de la Universidad ECCI Bogotá y uno de los líderes de esta idea, Alter Vivienda es el futuro de la construcción para las familias menos favorecidas en Colombia. “El país cumple apenas el 16% del proceso de reciclaje, lo que por lo menos quiere decir que tenemos mucha materia prima para la fabricación de viviendas a partir de la madera plástica, que tiene componentes retardantes al fuego, no genera hongos ni bacterias y es más resistente a la tensión. Además, las casas elaboradas con material vegetal están hechas para que duren cinco años. Nuestra propuesta de madera plástica está pensada para 3.000”, aseguró.

En pocas palabras, este proyecto lo que pretende es dejar descansar la tierra, permitir que haya procesos de reforestación eficiente y aprovechar los residuos plásticos, que no son residuos sino materia prima.

Alter Vivienda nace desde las aulas, pero se mezcla con programas de emprendimiento. Por eso, con el premio la idea es cultivar el nacimiento de una empresa, que de hecho ya se encuentra rodando pero que es susceptible de muchas modificaciones, debido precisamente a que en Colombia aún es muy complicado pensar en el cambio de materiales de construcción. “Lastimosamente, varias veces tocamos las puertas de quienes construyen las viviendas de interés social y todavía nos queda un poquito grande el concepto de sostenibilidad a largo plazo y pensar en una inversión ligeramente mayor al inicio de un proyecto es un tema complejo. Como equipo de trabajo creemos en este sueño de que podemos generar una empresa que sea sostenible y sustentable a largo plazo para proponer el recambio definitivo de la madera vegetal por la madera plástica en muchos aspectos de la construcción y de la inmobiliaria”, comentó Ángela Aristizábal Guter, magíster en Ciencias Biológicas y tutora del proyecto.

El Habitáculo hidro-colector modular, presentado por Harold Damián Salgado Gómez y José Manuel Tabares Pinto, nació en vista de la escasez de agua en La Guajira y se llevó la segunda mayor calificación. “Hicimos un módulo que se adapta tanto a las épocas de sequía como a las de lluvia. Estando en sequía generamos agua en las horas de la noche con el proceso de condensación, a través de unas mallas de polipropileno con materiales hidrófilos (que atrapan el agua), los cuales toman la neblina y la pasan a la cubierta convertida en agua”, explicó Harold Damián, estudiante de la Universidad del Sinú en Córdoba.

Lo mismo pasa en épocas de lluvia: la niebla y el agua depositada se filtra por unos tubos de arena. Luego ese sistema llega a un tanque de almacenamiento que se puede adaptar, por ejemplo, a un huerto ecológico y no solo va a depositar agua al módulo, que de por sí ya es habitacional: provee agua y además alimento. De esta manera se soluciona un problema de escasez del recurso y de seguridad alimentaria.

“Por otra parte, quisimos que este módulo trabajara de manera colectiva, no individual. Si uníamos muchos módulos, también dábamos solución al problema de vivienda rural que tiene el país —afirmó José Manuel Tabares Pinto—. Una importante característica es que esta vivienda se adapta a las necesidades de las personas y no viceversa, es decir que no se crea una necesidad, sino que se soluciona. Queremos aplicar el proyecto desde La Guajira hasta Leticia, ya que se adapta a cualquier condición climática, es muy versátil”.

Un módulo cuesta en promedio 8 millones de pesos, sin embargo, los estudiantes de Arquitectura de la Universidad del Sinú usarán el dinero del premio para seguir investigando y encontrar materiales más económicos que sean asequibles para la población objetivo.  

“Ante todo, la idea era presentar algo sostenible. Lo que buscábamos como ingenieros en formación era desarrollo sostenible, ser amigables con el ambiente, y qué mejor forma que empezarlo mediante las herramientas que nos brinda la universidad”, comentó Andrea Buneo, estudiante de cuarto semestre de Ingeniería Química en la Universidad de San Buenaventura seccional Cartagena, que ocupó el tercer lugar con el proyecto Sistema de aprovechamiento de energía undimotriz en el corregimiento de La Boquilla.

Su compañero, Jorge Leonardo Pérez, explicó que la herramienta lo que busca es aprovechar la energía que manejan las olas por medio de un mecanismo que la convierte en energía eléctrica. La innovación de este prototipo es que genera menos degradación del hábitat submarino, pues está diseñado para que esté sobre el agua y no con turbinas por debajo, como los modelos hasta ahora existentes. “Colombia tiene una demanda de energía gigante, y queremos aprovechar todo el potencial que hay en recursos naturales para dejar de lado, por ejemplo, el uso de combustibles fósiles, degradantes para el medio ambiente. También es una manera de ayudar a las personas que viven en las playas a acceder a energía limpia y a bajo costo”.

Este premio es una iniciativa de la Organización Odebrecht, responsable de la Concesión Proyecto Vial Ruta del Sol Sector 2, que incluye la duplicación, mejoramiento y concesión de 528 kilómetros de vía, así como el Proyecto de Recuperación de la Navegabilidad del Río Magdalena. “Es una de las grandes herramientas para superar el gran desafío del siglo XXI: la capacitación, formación e integración de personas. Un compromiso fundamental con las nuevas generaciones y también una garantía de la perpetuidad de nuestra empresa”, dijo Eleuberto Martorelli, presidente de Odebrecht Colombia durante la premiación.

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