“Antes las inundaciones se estaban manejando solamente con la infraestructura de alcantarillado, ahora se han establecido programas para el manejo responsable de los suelos. Eso es pensar en la sostenibilidad”, aseguró el director del Instituto Distrital de Gestión de Riesgos y Cambio Climático de Bogotá (Idiger), Javier Pava Sánchez, en el ‘Desayuno para el diálogo entre ciudades: enfrentando el cambio climático y los riesgos de desastres’, evento paralelo a la COP 20 en Lima.
Al encuentro asistieron las principales autoridades en materia ambiental de Lima (Perú), Bogotá (Colombia), Belo Horizonte (Brasil), Uruguay y los directores de las instituciones convocantes: la Oficina Regional de Ciencias de la Unesco para América Latina y el Caribe y Practical Action UK, para mostrar las acciones más importantes que han permitido a las ciudades enfrentar los riesgos de desastres y sus propuestas en la mitigación y adaptación al cambio climático.
En la capital de Colombia, por ejemplo, se adelantó en agosto de 2014 un plan de choque de limpieza de canales y quebradas en 20 puntos críticos, los cuales fueron identificados teniendo en cuenta los antecedentes en fenómenos de inundación, acumulación de diversos residuos sólidos que causan obstrucción, taponamiento y la limitación del flujo de drenaje de las aguas lluvias.El objetivo de esta actividad es continuar los esfuerzos que se vienen realizando para lograr un mayor reconocimiento del rol fundamental de los gobiernos locales en la definición de la Agenda de Desarrollo Post-2015, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC).En la capital de Colombia, por ejemplo, se adelantó en agosto de 2014 un plan de choque de limpieza de canales y quebradas en 20 puntos críticos, los cuales fueron identificados teniendo en cuenta los antecedentes en fenómenos de inundación, acumulación de diversos residuos sólidos que causan obstrucción, taponamiento y la limitación del flujo de drenaje de las aguas lluvias.
Se han intervenido un total de once puntos críticos de canales y quebradas en las localidades de Usaquén, San Cristóbal, Usme y Ciudad Bolívar, donde se realizan actividades como el retiro manual y con maquinaria de residuos sólidos mixtos con cuadrillas. En las actividades, además, hay unos 60 jóvenes habitantes de los territorios intervenidos dispuestos adecuadamente en el relleno sanitario Doña Juana.
De igual manera, se han ha podado material vegetal en taludes y se han retirado lodos con neutralización de olores usando cal y deshidratación natural para disposición en el relleno sanitario como lodos secos, mantenimiento y encerramiento con alambre de púas, barridos, recolección de residuos aledaños a los desarenadores y puntos de disposición inadecuada de basura.
Y es que, como aseguró en la reunión el secretario de Planeación del Distrito de Bogotá, Gerardo Ardila, Bogotá creció una mitad cada año desde hace 11 años y es una ciudad dependiente de los cambios del clima, por lo que las acciones deben ser específicas y eficaces. “Bogotá es una ciudad clasista, racista y excluyente, y ello no permite enfrentar los impactos del cambio climático de una manera sencilla. Entonces, teníamos que ser radicales frente a las políticas. Debíamos controlar el control público de lo público, y entre eso está el agua”, dijo.
En Belohorizonte, por su parte, se construyen vacíos al lado de la carretera para evitar inundaciones, pues es una zona de fuertes y constantes precipitaciones. Ello le mereció a la capital del estado de Minas Gerais el Premio Sasakawa, que reconoce individuos y organizaciones destacados por sus contribuciones sobresalientes a la protección del medioambiente y la promoción del desarrollo sostenible. Según Délio Madheiros, vicealcalde y secretario de Medio Ambiente de la ciudad, “la ONU premió la cooperación entre los residentes locales, las empresas de servicios públicos y los negocios privados para la inspección regular de las zonas proclives al desastre. Es así que desde 2003 no registramos muertes por desastres naturales.
La alcaldesa de Lima, Susana Villarán, fue más enfática al resaltar varias de las problemáticas de la capital peruana: “En Lima, como en muchas ciudades de Latinoamérica, la ocupación del territorio es informal, pues organizaciones criminales se tomaron las laderas de montaña que no son habitables. Sin embargo, ahí viven niños y viven compatriotas, y debemos trabajar con ellos para ayudarlos y para pensar la urbe ordenadamente”.
Y es que precisamente uno de los mayores retos que enfrentan las autoridades limeñas es la falta de un plan de ordenamiento territorial. Eso quiere decir que varias de las acciones en momentos de crisis han sido improvisaciones desde la intuición y la emergencia.
Con respecto a este tema, el director del Idiger en Bogotá señaló que uno de los mayores obstáculos para los sistemas de contingencia es que elevan los costos y, según él, “las obras de mitigación se preocupan más por valorizar el suelo que por dar una solución al problema”.
Expertos en la COP advierten año a año que el cambio climático es cada vez peor, por eso las municipalidades deben trabajar en la evaluación de riesgos y, como advirtió Lidia Brito, directora de la Oficina Regional de Ciencias de la Unesco para América Latina y el Caribe, “las ciudades están en la capacidad de crear estrategias para mitigar el impacto del cambio climático”.