La cuenta regresiva se inició con el no de Cajamarca a la minería. Pero el río Coello se encuentra, literal, al límite desde hace décadas cuando se concesionó lo concesionable de su caudal.
Ahora, la compra de predios y la declaratoria de reservas es la nueva apuesta de salvación para una cuenca que fué declarada agotada desde 1997.
Tras el no rotundo de Cajamarca a la entrada de la gran minería de oro al Tolima, que se interpretaba como una amenaza para la biodiversidad y la disponibilidad del recurso hídrico, ¿en qué quedó la situación del agua de la región?
Hace tres años, la revista Catorce 6 alertó sobre una serie de estudios de Cortolima y la Universidad del Tolima que evidenciaban la problemática del recurso hídrico en la zona, en especial de uno de los principales caudales del departamento, el río Coello, declarado oficialmente como agotado desde 1997 por resolución de la autoridad ambiental.
La alarma la generó el hecho de que, en 10 años, su caudal pasó de 10 metros cúbicos por segundo en 1987 a 5,5 metros cúbicos por segundo en 1997.
Foto tomada de www.elcampesino.co
Ampliación de la frontera agrícola, malas prácticas agropecuarias, tráfico de flora y tala indiscriminada como principales causas hicieron ver que el panorama del agua en la región tenía una larga cola que no empezaba precisamente con la gran minería en ciernes por ese entonces.
De hecho, sin ir más lejos, a comienzos del año pasado la sequía provocada por el Fenómeno El Niño redujo en 50 por ciento el caudal del Coello que, al igual que el del Gualí, el Recio, el Luisa, el Lagunilla o el Saldaña, que quedaron convertidos en playones de arena. Estos afluentes, cuyo aporte al Magdalena se calcula en 600 metros cúbicos por segundo, apenas alcanzaron a entregar 80 metros cúbicos en el primer trimestre del 2016.
Entonces, la situación del Coello volvió a generar alarma porque es el principal aportante de distritos de riego como el de Usocoello que cuenta con 25.000 hectáreas de arroz y maíz, en los municipios de Guamo, Flandes y El Espinal.
En la consulta en Cajamarca de finales de marzo de este año, 97 por ciento de los votantes dijeron no al desarrollo de minería a cielo abierto en la zona. Básicamente con la idea de proteger el recurso hídrico, en cabeza del Coello, importante cuenca abastecedora de más del 60 por ciento de la población del departamento y cuerpo de agua conector de ecosistemas, especialmente páramos.
Foto tomada de www.lecourrier.ch
¿Se llega al tope y…?
Cuando se llega al tope de uso, es decir al agotamiento, como es el caso del Coello (recordar que fue declarado así desde 1997) dado que sus caudales ya se encuentran concesionados, ¿qué queda por hacer? Entre otras cosas, comprar sus terrenos para asegurar su conservación. Y lograrla a toda costa.
De eso se trata la estrategia planteada por Cortolima, de acuerdo con su director, Jorge Enrique Cardozo.
Lo primero es contar con información permanente. De ahí que desde 2012 estén en funcionamiento 18 estaciones: diez hidrométricas, y ocho meteorológicas para medir caudales y variables climatológicas (lluvia, temperatura, brillo solar, vientos y humedad relativa) y así generar información que permita conocer el comportamiento de diferentes variables ambientales asociadas también al área de influencia del túnel de la Línea. “Los equipos instalados en los Departamentos de Tolima y Quindío corresponden a recomendaciones y especificaciones técnicas emitidas por la Universidad Nacional de Colombia sede Bogotá, cuya inversión asciende a los 711 millones de pesos”, precisa Cardozo.
El funcionario agrega que alianzas estratégicas de la Corporación con la Gobernación del Tolima, Usocoello y Concesionaria San Rafael permitieron también adquirir más de 1.000 hectáreas de zonas de influencia del Coello con una inversión que superó los 2.500 millones de pesos en los últimos 5 años.
“Con los predios adquiridos se conformaron alianzas para generar o consolidar áreas protegidas. Por ejemplo, en el 2014 se presentó ante el Consejo Directivo de Cortolima, la propuesta para consolidar la Reserva Forestal Protectora ‘Alto Combeima’, la cual incluye predios adquiridos por las alcaldías de Espinal e Ibagué, IBAL y Asocombeima, ampliando de esta manera para la cuenca del Coello un área protegida en 3,042 hectáreas. Ahora la cuenca cuenta con una extensión de 7.356,61 hectáreas formalmente declaradas como reserva por acuerdo. Esta zona permite garantizar la conectividad de los complejos de páramos y la reserva forestal central”, comenta Cardozo.
Foto tomada de www.cortolimamedios.wixsite.com
De la misma manera, se le entregaron al Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible los documentos técnicos de soporte de los cuatro complejos de páramos existentes en el Departamento del Tolima, dentro de los cuales se encuentra el complejo Chilí Barragán y Nevados, de la cuenca del Coello. Así se delimitaron tales paramos en 2016 y en consecuencia todas las actividades productivas están restringidas allí, iniciándose de esta forma procesos que conlleven a la preservación.
Al Coello se le han reforestado 9.203 hectáreas, con una inversión de 2.529 millones, y se le ha hecho mantenimiento a 2.952,8 hectáreas más, con una inversión de 3.775 millones, por parte de Cortolima, de acuerdo con Cardozo.
Sin embargo el límite del agotamiento persiste. Se ve con cada Niño o mediana sequía. Por eso, cualquier esfuerzo cuenta a la hora de alcanzar algún tipo de equilibrio. Décadas de sobreexplotación de una cuenca estuvieron a punto de pasar la cuenta, y hoy abastece a más de medio departamento del Tolima y alimenta a medio país con su arroz y maíz, aunque no con prácticas agrícolas de uso eficiente del recurso. Tal vez ,pero no queda claro si a la cuenca la salvó la campana con el no a la minería a cielo abierto. Son muchos los riesgos que prevalecen…
Leer más: ¿Hasta dónde aguantará el Coello? - Edición 40
Hace tres años, la revista Catorce 6 alertó sobre una serie de estudios de Cortolima y la Universidad del Tolima que evidenciaban la problemática del recurso hídrico en la zona, en especial de uno de los principales caudales del departamento, el río Coello, declarado oficialmente como agotado desde 1997 por resolución de la autoridad ambiental.
La alarma la generó el hecho de que, en 10 años, su caudal pasó de 10 metros cúbicos por segundo en 1987 a 5,5 metros cúbicos por segundo en 1997.

Ampliación de la frontera agrícola, malas prácticas agropecuarias, tráfico de flora y tala indiscriminada como principales causas hicieron ver que el panorama del agua en la región tenía una larga cola que no empezaba precisamente con la gran minería en ciernes por ese entonces.
De hecho, sin ir más lejos, a comienzos del año pasado la sequía provocada por el Fenómeno El Niño redujo en 50 por ciento el caudal del Coello que, al igual que el del Gualí, el Recio, el Luisa, el Lagunilla o el Saldaña, que quedaron convertidos en playones de arena. Estos afluentes, cuyo aporte al Magdalena se calcula en 600 metros cúbicos por segundo, apenas alcanzaron a entregar 80 metros cúbicos en el primer trimestre del 2016.
Entonces, la situación del Coello volvió a generar alarma porque es el principal aportante de distritos de riego como el de Usocoello que cuenta con 25.000 hectáreas de arroz y maíz, en los municipios de Guamo, Flandes y El Espinal.
En la consulta en Cajamarca de finales de marzo de este año, 97 por ciento de los votantes dijeron no al desarrollo de minería a cielo abierto en la zona. Básicamente con la idea de proteger el recurso hídrico, en cabeza del Coello, importante cuenca abastecedora de más del 60 por ciento de la población del departamento y cuerpo de agua conector de ecosistemas, especialmente páramos.

¿Se llega al tope y…?
Cuando se llega al tope de uso, es decir al agotamiento, como es el caso del Coello (recordar que fue declarado así desde 1997) dado que sus caudales ya se encuentran concesionados, ¿qué queda por hacer? Entre otras cosas, comprar sus terrenos para asegurar su conservación. Y lograrla a toda costa.
De eso se trata la estrategia planteada por Cortolima, de acuerdo con su director, Jorge Enrique Cardozo.
Lo primero es contar con información permanente. De ahí que desde 2012 estén en funcionamiento 18 estaciones: diez hidrométricas, y ocho meteorológicas para medir caudales y variables climatológicas (lluvia, temperatura, brillo solar, vientos y humedad relativa) y así generar información que permita conocer el comportamiento de diferentes variables ambientales asociadas también al área de influencia del túnel de la Línea. “Los equipos instalados en los Departamentos de Tolima y Quindío corresponden a recomendaciones y especificaciones técnicas emitidas por la Universidad Nacional de Colombia sede Bogotá, cuya inversión asciende a los 711 millones de pesos”, precisa Cardozo.
El funcionario agrega que alianzas estratégicas de la Corporación con la Gobernación del Tolima, Usocoello y Concesionaria San Rafael permitieron también adquirir más de 1.000 hectáreas de zonas de influencia del Coello con una inversión que superó los 2.500 millones de pesos en los últimos 5 años.
“Con los predios adquiridos se conformaron alianzas para generar o consolidar áreas protegidas. Por ejemplo, en el 2014 se presentó ante el Consejo Directivo de Cortolima, la propuesta para consolidar la Reserva Forestal Protectora ‘Alto Combeima’, la cual incluye predios adquiridos por las alcaldías de Espinal e Ibagué, IBAL y Asocombeima, ampliando de esta manera para la cuenca del Coello un área protegida en 3,042 hectáreas. Ahora la cuenca cuenta con una extensión de 7.356,61 hectáreas formalmente declaradas como reserva por acuerdo. Esta zona permite garantizar la conectividad de los complejos de páramos y la reserva forestal central”, comenta Cardozo.

De la misma manera, se le entregaron al Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible los documentos técnicos de soporte de los cuatro complejos de páramos existentes en el Departamento del Tolima, dentro de los cuales se encuentra el complejo Chilí Barragán y Nevados, de la cuenca del Coello. Así se delimitaron tales paramos en 2016 y en consecuencia todas las actividades productivas están restringidas allí, iniciándose de esta forma procesos que conlleven a la preservación.
Al Coello se le han reforestado 9.203 hectáreas, con una inversión de 2.529 millones, y se le ha hecho mantenimiento a 2.952,8 hectáreas más, con una inversión de 3.775 millones, por parte de Cortolima, de acuerdo con Cardozo.
Sin embargo el límite del agotamiento persiste. Se ve con cada Niño o mediana sequía. Por eso, cualquier esfuerzo cuenta a la hora de alcanzar algún tipo de equilibrio. Décadas de sobreexplotación de una cuenca estuvieron a punto de pasar la cuenta, y hoy abastece a más de medio departamento del Tolima y alimenta a medio país con su arroz y maíz, aunque no con prácticas agrícolas de uso eficiente del recurso. Tal vez ,pero no queda claro si a la cuenca la salvó la campana con el no a la minería a cielo abierto. Son muchos los riesgos que prevalecen…
Leer más: ¿Hasta dónde aguantará el Coello? - Edición 40