De las 400 cavernas que se han registrado en el primer inventario realizado en el país, cerca de 80 están amenazadas de muerte por el turismo y la guaquería.
Se estima que Colombia cuenta con cerca de 1000 cavernas debido a su diversidad geológica, especialmente en las tres cordilleras. Hasta el momento, el inventario realizado por investigadores de la Universidad Nacional ha centrado sus estudios en los departamentos de Huila, Santander y Boyacá, y lo que se ha encontrado no es nada alentador para los espeleólogos.
Y es que la importancia de las cavernas no solo está en sus ecosistemas sino también en su historia. En una gran cantidad de las que se han caracterizado hay evidencias del paso de comunidades antiguas por ellas, +como dibujos tallados en las paredes.
El problema es que el trabajo ha mostrado que la falta de legislación sobre los sistemas de relieves en el país ha permitido que la minería y el espeleoturismo (turismo en cuevas) dañen su ecosistema.
Botaderos de basura, comparados a rellenos sanitarios, desperdicios de aguas negras y hasta fosas comunes se han encontrado en las cavernas, no solo durante este inventario sino desde que se vienen vigilando de cerca, hace más de diez años.
Incluso, el daño que se les ha hecho a estos lugares ha sido tal que Juan Manuel Moreno, director del inventario, le dijo a Catorce6 que prefiere no revella ubicación exacta de algunas de ellas para que “las agencias de turismo no las identifiquen y comiencen a llevar gente de forma indiscriminada”.
Moreno señala que donde se ha hecho turismo, se ha roto o deteriorado la ornamentación de las cuevas, es decir, de las formas que dentro de ellas se pueden admirar.
Además, los ríos subterráneos terminan totalmente contaminados con basura y aguas negras, se hace daño a los murciélagos y se pintan grafitis en las paredes del lugar.
“Lo más grave es que ese turismo sin controles ni guías, no solo daña la naturaleza, sino que además tenemos registros de gente que ha muerto por practicar deportes extremos o entrar alicorada a las cavernas”, indica Moreno.
Pero como si fuera poco, al turismo se le suma la minería. Estos ecosistemas cuentan con una gran cantidad de caliza, una roca sedimentaria que sirve como base para hacer el cemento gris, es decir, el que usa actualmente para la gran mayoría de las construcciones.
“La minería hace un daño gigante, porque contrario a lo que la gente cree, las cavernas son lugares frágiles, que tuvieron un proceso de creación de millones de años y que con actividades tan pesadas como la extracción se pueden acabar en muy poco tiempo”, admite Moreno con resignación.
Las cavernas como fosa común de los paras
Uno de los hechos que reafirman la posición de los espeleólogos fue el ocurrido en 2007 cuando el CTI encontró dos cráneos con múltiples fracturas, el esqueleto de un perro y los cuerpos de un niño y un adulto, en uno de estos sitios ubicado en la vereda San José Alto, a menos de 90 minutos de Bogotá.
Cerca a los cadáveres se halló la ojiva o casquete de un arma y un escapulario de la Virgen María con la leyenda: ‘Ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte’.
Las investigaciones y el testimonio de un exparamilitar dicen que fue ese grupo al margen de la ley el que dejó esos muertos en la oscuridad de la caverna. Y que para llegar allá, se debe caminar más de dos horas y descender con cuerdas cerca de 10 metros bajo tierra.
Aunque ya han pasado más de seis años, no se descarta que en Cundinamarca se encuentren más fosas comunes dentro de estos ecosistemas, teniendo en cuenta que el departamento fue tan azotado por las AUC que solo en el pueblo de Viotá se tienen registros de más de 27 fosas.
Uno de los grandes inconvenientes, como lo señala Juan Manuel Moreno, es que la gran mayoría de la sociedad se acostumbró a ver las cavernas como “un simple hueco”. Y cuando se refiere a la sociedad, no solo lo dice por la gente de a pie, sino también por entes tan responsables como el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.
“Ni siquiera en el Ministerio hay una norma que contemple la protección de las cavernas y ellos deberían ser quienes adelanten ese trabajo”, alega Moreno.
Si no se crea una legislación o normatividad clara en el tema, es muy difícil que se conserven estos lugares, porque la gente que lleva a cabo la minería no está haciendo nada ilegal, precisamente porque como no hay ningún tipo de restricciones, la mayoría de esas personas tienen sus respectivas licencias y cumplen con todos los requerimientos ambientales.
En Paraguay, Santo Domingo y Estados Unidos, para poner tan solo algunos ejemplos, existen leyes y decretos destinados específicamente a regular el turismo en las cavernas y a prohibir actividades pesadas como la minería. En otros países como Puerto Rico, la protección a estos sitios es tal que a las personas que dañen o alteren el ecosistema les dan hasta cinco años de cárcel o una multa que llega a los 2500 dólares.
Por esa razón, más allá del trabajo de identificación de las más de 700 cuevas que hay en Colombia y la caracterización de 400 de ellas, lo que busca esta investigación es promover una legislación que regule las actividades que se pueden hacer en estos sistemas subterráneos y, así, evitar que sigan siendo “tierra de nadie”.