El Decreto 3570 de 2010 del Gobierno Nacional establece la primera función de la Dirección de Gestión del Re-curso Hídrico: “aportar los elementos técnicos para la elaboración de la política y regulación en materia de gestión integral del recurso hídrico continental, así como realizar el seguimiento y evaluación de la misma”.
Esta exclusividad técnica impedirá claramente la conjugación y conciliación del espíritu normativo legal vigente en torno al agua, y el espíritu económico de los sectores productivos del país con su ímpetu reciente y sus más grandes anhelos de sobresalir con un PIB por encima del 10%.
¿Desde cuándo el Ministerio de Ambiente es una instancia técnica y científica exclusivamente? ¿Cuál es el rol del Ideam (con sus escasísimos recursos eco-nómicos, humanos y tecnológicos) en los aspectos técnicos y científicos? Mayor peligro que este mundo técnico exclusivo es consolidar el mundo del homo ekonomikus en nuestra visión ambiental.
La Política Nacional para la Gestión Integral del Recurso Hídrico (GIRH) “busca orientar el desarrollo de políticas públicas en materia de recursos hídricos, a través de una conciliación entre el desarrollo económico y social y la protección de los ecosistemas”. Sin embargo, en los siete postulados principales de la GIRH no se hace referencia al papel ecológico, social e incluso espiritual que en Colombia labran día a día las fuentes ricas en agua fresca y pura de nuestros casi 800.000 cuerpos hídricos, parte de ellos intervenidos y contaminados por la sociedad y por sectores productivos. Los siete postulados hacen referencia precisa solo a los usos, los usuarios, la demanda y la oferta. El dominio excluyente del pensar del homo ekonomikus es claro en esta política.
De otra parte, paradójicamente el índice de escasez en Colombia, en sus diversas versiones metodológicas elaboradas por el Ideam, muestra una gran abundancia del recurso hídrico; de allí el cuestionamiento por el nombre adoptado para dicho índice. A pesar de la actualización del nombre del índice, las normas legales vigentes y los instrumentos económicos siguen exigiendo el índice de escasez.
Este índice demuestra que en Colombia sí hay agua. Por el contrario, la disposición del agua potable y saludable en las casas humildes de la gran mayoría de los municipios colombianos es casi un milagro. Decenas de millones de humildes familias en Colombia viven en la pobreza, a pesar de los altos costos que paga cada humilde trabajador por unos escasos metros cúbicos de agua. El agua limpia y fresca para ese trabajador es un imposible: la mayoría de los meses del año la compra a los vendedores en carro tanques o a dueños de empresas ilegales que no ofrecen la más mínima garantía de calidad. Aún en la capital del país existen barrios en donde el gran negocio del agua es el menudeo de los metros cúbicos.
Semejante situación de caminos con diferentes visiones (técnicas, económicas y legales) hace que se recuerde el famoso contenido de la canción ‘Fábula de los tres hermanos’, de Silvio Rodríguez.