Por Cecilia Rodríguez González-Rubio
Presidenta de Catorce6
La pudrición que se está sucediendo en el Quimbo afecta a todo el planeta por sus emisiones de metano y por supuesto también a las comunidades vecinas. En realidad el problema que tiene al Quimbo parado es la violación por parte de Emgesa de la obligación de retirar toda la biomasa antes del llenado de la represa. Ellos sabían que si la llenaban, ya no se podría retirar y no habría marcha atrás. Desde la década de los 80 se encontró que la biomasa que se inundaba era un problema en los embalses por su descomposición durante años. Desde entonces, el mismo Banco Mundial, financiador de varias, propició la revisión del esquema de grandes represas construidas en áreas con bosques, para evitar las emisiones de metano, uno de los gases que más aportan al cambio climático.
Es crítico que el país haya aceptado una metodología revaluada hace tanto tiempo, como es la de inundar grandes volúmenes de biomasa. Los costos de retirarla son sin duda altos, pero con seguridad fueron incorporados en la estructuración financiera del proyecto porque la obligación está en la licencia ambiental. Las dilaciones en la construcción del proyecto por acciones judiciales y sociales se originaron en gran parte en Emgesa por la carencia de una política real y sincera de responsabilidad corporativa. No se trata de atender a cuanto oportunista aparezca en los proyectos, sino de conocer a través de ellas mismas y sin preconcepciones las realidades de las comunidades y los impactos que el proyecto generará para compensarlos y mitigarlos.
Emgesa es el titiritero, que con el argumento de la presión del tiempo inició el llenado sin el cumplimiento del requisito; y ante la realidad hídrica y energética del país quedaron de títeres autoridades del Gobierno y gremios.
Además, el Ministro de Ambiente se comprometió en la COP21 de París con unas reducciones de emisiones. ¿Tendrá en cuenta lo que la pudrición del Quimbo le va a agregar?
Por Cecilia Rodríguez González-Rubio
Presidenta de Catorce6