Por Cecilia Rodríguez González-Rubio
Si no quiere volver a reprobar la delicada materia ambiental, en este segundo periodo Santos tiene la oportunidad de cumplir con lo prometido el 7 de agosto de 2010 frente a los indígenas de la Sierra Nevada.
Debe imponerle a cada ministerio la obligación urgente de incorporar lo ambiental para que el desarrollo de cada sector sea responsable con el planeta y el ambiente. De la suma de todos sale la solución de problemas como el manejo del fenómeno del Niño, por ejemplo, y de todos los demás que nos acosan con urgencia. Nos agobian la desertificación y degradación de suelos, la sedimentación de lagos y lagunas, la contaminación de los ríos, la erosión costera, la disminución de la pesca marina y de agua dulce, la pérdida de ecosistemas estratégicos y biodiversidad, etc.
De este ejercicio van a salir las necesidades de reglamentación ambiental en cada sector, lo que mejorará la seguridad jurídica para las empresas bajo una visión responsable con el ambiente.
Han sido estériles las mutuas acusaciones entre empresas y la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) sobre la baja calidad de los estudios presentados y las demoras en las licencias. Las empresas deben mejorar la visión que en esta materia les dan a sus proyectos y el gobierno debe fortalecer la ANLA con todo lo que requiera para hacer las evaluaciones y contar con un supersistema de información ambiental. Así mismo, debe utilizar la “Unidad Nacional” para que las corporaciones autónomas marchen al ritmo que el país demanda.
Y todo esto se debe emprender cuanto antes, ya que no le queda bien reparar el gravísimo error que cometió al haber desarticulado los usos del suelo del ordenamiento ambiental con la creación del Ministerio de Vivienda, Ciudades y Territorio. A una dependencia de cuarto nivel, la Subdirección de Políticas de Desarrollo Urbano y Territorial es a donde pasó la formulación de políticas y la asesoría a municipios sobre usos del suelo tanto urbano como rural en un ministerio enfocado en la vivienda. Aquí hay un gran obstáculo para muchos proyectos distintos de vivienda y la más grave degradación institucional de lo ambiental desde la creación del ministerio, como subalterna de la vivienda y la urbanización.
Santos ofreció ser responsable con el ambiente y no lo fue. Lo que tiene que hacer depende solo de él, no del Ministerio de Ambiente, que nunca podría imponerles a los demás ministerios una visión ambiental. El presidente tiene que ser responsable con la generación de un entorno para la viabilización de proyectos estratégicos que requiere el país, y con el ambiente en un país megadiverso. Nadie está contento, ni ambientalistas ni empresarios, falta claridad para todos. ¡La receta es simple!