Que se estén
produciendo
documentales
ambientales de
muy buena calidad
significa que
el compromiso
ambientalista está
cambiando.
‘Amacayacu’, ‘Ballenas jorobadas’ y ‘La
marcha de los cangrejos sanandresanos’,
son algunos de los excelentes cortometrajes
que han aparecido sobre biodiversidad
en Colombia en las principales salas de
cine. El impacto a todos los niveles es muy
significativo: sentido de apropiación masiva
acerca de nuestro patrimonio natural, incremento
de las visitas a las reservas naturales y
motivación para el desarrollo de una disciplina
ambiental individual de la población que
asiste a las salas, entre otras.
Y es que tradicionalmente la motivación
ambiental estaba en manos de activistas
contestatarios que tenían tanto de compromiso
como de escasa estética en sus mensajes.
Aún sucede que cuando el ambientalista
habla en la reunión de amigos o en la comida
de familia, la gente empieza a bostezar o a
despedirse. Qué no decir de esa jerigonza
que requiere de expertos para ser descifrada.
Por el lado de las instituciones públicas
ambientales y de la comunicación ambiental
de las empresas tampoco hay mucho de
innovación: ahí están los programas institucionales,
que terminan pareciéndose entre
todos y los consabidos reportes de responsabilidad
social corporativa. Así, que se estén
produciendo documentales ambientales de
muy buena calidad como los mencionados,
significa que el compromiso ambientalista
está cambiando y que está tocado disciplinas
relacionadas con el arte, el cine o la
producción audiovisual al más alto nivel; de
igual manera, que hay una sensibilidad generalizada
sobre la conservación del planeta
que estos mismos artistas y productores están
empezando a interpretar.
El solo hecho de contar con documentales
como los mencionados implica para el
ambientalismo colombiano un triple desafío:
en primer lugar, el de aprovechar al máximo
el espectro de herramientas de la comunicación
moderna; en segundo lugar, el de superar
el catastrofismo con mensajes bellos y
esperanzadores; y en último lugar, el de acercar
su lenguaje al ciudadano común que va a
cine, que ve telenovelas, que oye radio, que
compra revistas de farándula.
Y es que en materia de compromiso ambiental,
la gran movilización social (como la
de los santandereanos en defensa de Santurbán)
también está acompañada por reacciones
individuales de ciudadanos que simplemente
manifiestan su decisión de apoyar
una experiencia o participar silenciosamente
de una causa. En todos los casos tales reacciones
son fruto de una mezcla de mensaje
claro e instrumentos adecuados de comunicación.
Ahí está el desafío para quienes
hemos asumido la causa del planeta: ocupar
los espacios donde están los ciudadanos, alcanzar
las primeras páginas de los noticieros
y lograr que el tema compita con otras aficiones,
gustos y compromisos ciudadanos
hasta que esa causa toque todos los estratos,
todas las edades, todas las disciplinas. Ese es
el reto de estos tiempos.
LA BIODIVERSIDAD EN PANTALLA GIGANTE
- Categoría: Editorial
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