En el día de ayer, cerca de 1,6 millones de carros se quedaron parqueados en Bogotá. Muchos cambiaron sus tres pedales por dos de cobre, otros escucharon los programas radiales en sus audífonos mientras se subían al transporte público y los demás se sentaron cómodos en la parte de atrás de un taxi, olvidando el estrés que implica manejar en medio de los trancones. Así transcurrió el Día Sin Carro en la capital colombiana, el cual simboliza una pequeña ayuda a la baja en la contaminación que presenta una ciudad de 8 millones de habitantes movilizándose diariamente en automóviles.
A través de 12 estaciones de monitoreo de contaminación, la Secretaría Distrital de Medio Ambiente logró establecer la reducción de varios agentes contaminantes durante la edición número 13 del Día Sin Carro. El material particulado (PM10) bajó un 6 % frente a un día normal, el dióxido de azufre cayó 46 %, el dióxido de nitrógeno disminuyó un 15 % y el monóxido de carbono bajó un 2 % respecto al resto del año.
En los 9 puntos de control de emisiones atmosféricas en las principales vías, las autoridades revisaron 291 vehículos, de los cuales 44 no pasaron las pruebas. En cuanto a motocicletas se examinaron un total de 133 motos, de las cuales no aprobaron 46.
Sin duda alguna, la gran protagonista de la jornada, superando al transporte público, fue la bicicleta, debido a que su uso se incrementó 117 %, gracias a las rutas exclusivas habilitadas en las principales vías de la capital. Alrededor de 315.940 peatones y ciclistas recorrieron los 483 kilómetros dispuestos de ciclovía y ciclorruta.
Aunque las cifras generales de la jornada son positivas en temas ambientales, también es cierta la teoría de muchos expertos que coinciden en decir que los grandes contaminantes de la ciudad son los transportes públicos y de carga. Esto se puede ver porque en la ciudad, circulan 20 veces menos automóviles de transporte que particulares y la mayoría de las cifras no se redujo más del 20 %, pero sí aumentó la contaminación auditiva.
Eduardo Behrentz, experto de la Universidad de los Andes en movilidad sostenible, considera que esta jornada ya no es eficiente. “Es un buen ejercicio de civismo, pero no mejora la calidad del aire ni la contaminación auditiva, porque buses, taxis y motos incrementan su actividad”.
Por su parte Andrés Vergara, del movimiento Mejor en Bici, opinan lo contrario. “Que los ‘carrodependientes’ le agradezcan a los ciclistas, porque el día que usen carro colapsa la ciudad”.
En lo que todos los bogotanos coinciden, es en que debe haber una mayor educación en cuanto al uso del vehículo y un incentivo mayor para que la gente decida cambiar su automóvil por una bicicleta o un bus de vez en cuando. Por ahora habrá que esperar si se hace una consulta popular para hacer más de un Día Sin Carro al año, como lo anunció el alcalde Petro en las últimas horas de la jornada.