En el departamento de Antioquia sobresale un área rica en fuentes hídricas, bosques naturales y fauna silvestre. Se trata de los valles de Aburrá y San Nicolás, hoy en la mira de sus habitantes y de todo el país debido a que después de 16 años aún se desconoce el destino del megaproyecto Túnel de Oriente, cuyo propósito es unir estos dos importantes valles y reducir el tiempo de recorrido entre Medellín y el aeropuerto José María Córdoba. Se prevé que el tiempo de recorrido para el viajero sería de 18 minutos, es decir, habría un ahorro de 30 minutos. La primera posibilidad de que la obra se materializara apareció en el 2002, cuando, tras varios años de análisis y estudios, la Corporación Autónoma Regional de las Cuencas de los ríos Negro y Nare (Cornare) concedió la primera licencia para iniciar su construcción. Pese a esto, en los años siguientes una serie de argumentos presentados por gobernantes de la época impidieron que el proyecto siguiera su curso. Sin embargo, en el año 2009 se otorgó una nueva licencia con cambios sustanciales respecto a la primera en cuanto al trazo, la longitud de los túneles y el número de tubos que tendría la infraestructura. A raíz de dichas modificaciones –para algunos de gran impacto ambiental– las voces de protesta por parte de la ciudadanía y distintas organizaciones ambientalistas no se hicieron esperar. El tema alcanzó un punto máximo de efervescencia tras conocerse, en enero de este año, la decisión del ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Frank Pearl, de ordenar la suspensión preventiva de la obra con el fin de analizar minuciosamente el verdadero impacto que tendría en la Reserva Forestal Protectora del Río Nare, uno de los lugares por los que pasaría el túnel, el cual ha suscitado la mayor polémica. Al respecto, Luz Helena Sarmiento, directora de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla), sostiene que en junio, agosto y diciembre del 2011 el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y la Anla solicitaron a Cornare el envío de toda la documentación (jurídica, ambiental y técnica) para conocer la magnitud del túnel y, de esta manera, tomar cartas en el asunto. “En agosto y diciembre, la entidad envió una parte de la información. Sin embargo, solo hasta el 21 de febrero del 2012 la Anla recibió de Cornare, en su sede de El Santuario (Antioquia), la totalidad de los expedientes y anexos relacionados con el proyecto denominado ‘Conexión Vial Aburrá – Oriente’ en cumplimiento de lo ordenado por el ministerio mediante resoluciones 361 del 27 de febrero de 2011 y 151 del 15 de febrero de 2012”, explica la directora. Sin embargo, el pasado 14 de marzo la Anla mediante la resolución 0148 ordenó la suspensión inmediata de las obras y trabajos relacionados con la construcción del proyecto.
POSICIONES ENCONTRADAS
Para Jaime Ramírez Ossa, ingeniero civil y gerente de la Conexión Túnel Aburrá – Oriente, la principal preocupación que recae sobre el proyecto, según la cual se podrían desperdiciar recursos hídricos en la zona que se alzaría el túnel, que abarca los municipios de Medellín, Envigado, Guarne y Rionegro, carece de fundamento. “En el sector, el promedio anual de lluvias es de 2400 milímetros por año, y la evaporación por sol y otras condiciones atmosféricas de 600 milímetros. El túnel contará con un sistema preventivo de inyección y pre-inyección para evitar escurrimientos en los 1800 milímetros restantes. En el peor de los casos, se perderían 0,1 milímetros de esa cantidad”, asegura el ingeniero. María Teresa Restrepo, vocera de la veeduría ciudadana Túnel de Oriente, mecanismo que les permite a los ciudadanos ejercer vigilancia sobre los procesos relacionados con la conexión vial, tiene una opinión muy diferente. Para ella, el túnel atravesaría una montaña todavía muy joven, cuya roca no es lo suficientemente maciza como para evitar infiltraciones. La obra pasaría por debajo de 13 fallas geológicas, de las cuales cinco son en su calidad mucho más grandes, lo cual significa que por ellas se filtraría más agua. En contraposición con lo anterior, el director de Cornare señala que tal y como está planteado el megaproyecto, las pérdidas de agua serían mínimas. “Se ha dicho que el túnel pondría en alto riesgo el acueducto de Medellín, Envigado, Guarne y Rionegro… debo aclarar que el 60 por ciento del acueducto de Medellín y el Área Metropolitana se surte de la represa Río Grande, al norte del departamento, donde confluyen los ríos grande y chico pero en una vertiente lejana por la que no pasaría el túnel”, agrega. Una opinión similar tiene el ingeniero Ramírez, quien asegura que el método de preinyecciones, con el cual se trabajará para mitigar posibles riesgos, es uno de los más utilizados en este momento a nivel mundial. Según él, la mayoría de túneles que tienen problemas de agua han sido tratados con esta técnica.
LA COMUNIDAD OPINA
La vocera de la veeduría advierte sobre la importancia de contar con estudios rigurosos en los que no se deje ningún cabo suelto, puesto que la comunidad de Santa Elena (a 20 minutos del centro de Medellín), por la cual pasaría el túnel en un tramo extenso, sería una de las más afectadas en caso de que se disminuyera el suministro de agua. “Ésta es una zona rica en fuentes hídricas, que cuenta con una población superior a los 145 mil habitantes, cuyas aguas surten algunos barrios de la ladera oriental de Medellín”, sostiene. María Victoria Sánchez Correa, secretaria de la Junta de Acción Comunal de la parte central del corregimiento de Santa Elena y habitante del mismo desde hace 54 años, no está convencida de la favorabilidad del proyecto, ya que teme que afecte las actividades agrícolas que dependen del líquido. Asegura que la mayoría de sus vecinos piensan como ella, aunque reconoce que algunos están a favor por la posibilidad de conseguir un puesto de trabajo. Según Ramírez, se generarán 400 empleos directos. Con todo, en la región se percibe la inconformidad de algunos pobladores que se han pronunciado sobre el tema. Se destacan acciones como el envío de una carta abierta dirigida al Presidente de la República firmada por 900 personas, así como plantones, caminatas, obras de teatro, pronunciamientos de las mesas de trabajo ambiental de Santa Elena, Rionegro y Marinillo, y la creación de grupos en las redes sociales.
OTROS ASPECTOS CLAVES
A muchos les inquieta el daño que se le pueda causar a la Reserva Forestal Protectora del Río Nare. Al respecto, el director de Cornare explica que el túnel pasaría 500 metros por debajo de una franja de esta reserva, la cual tendría 1300 metros de extensión. Según el experto, 1000 de ellos corresponden, en su mayoría, a suelo de uso sostenible. María Teresa Restrepo difiere de esta postura, pues considera que la roca de ese terreno es frágil en todos los niveles de profundidad. Además, afirma que en la franja se corre el riesgo de que las aguas superficiales bajen alterando sustancialmente el hábitat de la zona. En cuanto a la conservación de la fauna y flora de los valles de Aburrá y San Nicolás, Jaime Ramírez subraya que a la fecha no conoce ningún ecosistema estratégico de la zona que urja preservar, aunque recalca que ese posible riesgo está debidamente argumentado en el estudio presentado al Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, elaborado por un equipo de18 profesionales de diferentes disciplinas. Entre tanto, la vocera de la veeduría, como representante de la comunidad, espera que la fauna y la flora del territorio, conformadas por cerca de 69 especies de aves, 19 de mamíferos, seis de anfibios y una gran cobertura de bosques y rastrojos localizados en el área de la Zona Forestal Protectora, sean reubicadas adecuadamente en un lugar lo más parecido posible a su hábitat natural. “No me preocupa la tala de árboles, porque sé que es una actividad que está controlada. En cambio, sí me inquieta la posibilidad de que las plantas y las flores se queden sin agua para subsistir. Las flores que usamos, por ejemplo, en los desfiles tradicionales de silleteros requieren de una gran cantidad. Así mismo, si cambian las condiciones del ecosistema las aves migratorias que suelen emigrar desde Estados Unidos y México a esta zona del país, en época de invierno, no encontrarán el alimento necesario para quedarse”, finaliza.