Sábado, 19 Abril 2025

Una exquisita reinterpretación creativa de la cocina colombiana donde no se ofrece platos, sino experiencias que estimulan los sentidos y despiertan emociones de la mano de las neurociencias, único en el país.

Así como la ambrosía —una especie de miel que caía del cielo y era considerada un manjar exquisito— les daba la vida eterna a los dioses del Olimpo en la antigua Grecia, las preparaciones del restaurante El Cielo logran inmortalizar en los comensales momentos y experiencias únicas, innovadoras e irrepetibles.

En la cocina de El Cielo no se ven ollas con agua hirviendo para preparar arroz, pasta o vegetales, no huele a comida ni se confunde el olor de los pescados con las carnes debido al gigante sistema de eliminación de olores. Cuenta con máquinas mágicas como el rotodestilador, que logra sacar extractos similares a los perfumes de todo lo que se le ponga. Por ejemplo, si se mete guayaba, sale mermelada pura tras eliminar el 75 por ciento de agua.

La Pacojet, un artefacto traído de Suiza, convierte los alimentos congelados en manjares: la carne cruda pasa a ser cremosa carne molida y el helado es un suave mousse en tan solo 45 segundos, sin perder su calidad nutritiva.

También está el horno inteligente, que cocina por irradiación a 1.200 grados y consta de cinco niveles, cada uno a una temperatura y con un tiempo de cocción diferente. Lo más deslumbrante es que además de poder freír papas, hacer pescado y hornear pan al mismo tiempo, él avisa su nivel de suciedad para lavarse y secarse solo. Cuando finaliza, hiberna, como si fuera un oso.

Hay licuadoras que hierven mientras agitan y los fogones son de calor por inducción (hierven agua en 45 segundos). Esto y muchos más enseres hacen parte de este restaurante que abrió sus puertas en Medellín en el 2007 y dos años más tarde en Bogotá, con una propuesta novedosa y creativa, el toque principal de los platos que allí se ofrecen. Para perpetuar esta experiencia gastronómica, es necesario despertar todo los sentidos, abrir las mentes a un mundo de posibilidades infinitas y disponer el paladar a un deleite angelical

La idea nació hace más de diez años, cuando Juan Manuel Barrientos, dueño y chef principal, se inclinó por los menús tipo degustación, que en ese entonces no más de diez restaurantes en el mundo lo hacían. “La idea al principio fue generar experiencias nuevas que simularan los sentidos. En pocas palabras, una experiencia multisensorial”, comenta Barrientos.

Primero comenzó a estudiar en la Colegiatura Colombiana y luego viajó a Buenos Aires (Argentina), donde fue alumno del chef japonés Iwao Komiyama, considerado el séptimo mejor del planeta en cocina japonesa y oriental. Parte de su formación también pasó por Arzak, en España, uno de los mejores restaurantes del mundo y pionero en el uso de herramientas y técnicas de laboratorio para darles nuevas texturas y formas a los alimentos.

Así, con la investigación y combinación de diferentes productos y técnicas, Juan Manuel comenzó su travesía por el universo de la cocina y se convirtió, a sus 27 años, en “Chef Revelación de Colombia” en la feria gastronómica más importante a nivel internacional, Madrid Fusión 2013, la cual se celebra anualmente en España y reúne a los mejores en culinaria. Allí tuvo un gran éxito y fue elogiado por su ponencia sobre la neurociencia en la gastronomía.

Pero sus reconocimientos no paran ahí: a los 28 años fue nombrado “Top 3 Chef de Colombia”, seguido de la Orden de Honores Patrios del Congreso de la República de Colombia a Joven Empresario de su país y reconocido como Líder Empresarial Iberoamericano.

Una cocina vanguardista

“Es el restaurante que soñé. Tiene los mejores materiales del mundo”, dice Barrientos sobre el nuevo Cielo. No exagera. El “gastrobar” de cocteles del lugar tiene una mesa de piedras de ágata en resina de vidrio y lo blanco de su cocina es mármol de acquabianca.

Respecto a la manera como Respecto a la manera como crea sus platos, este chef paisa cuenta que primero diseña para él mismo y después los comparte con la intención de grabar un recuerdo en la memoria de cada visitante. Por eso, nunca cocina con ingredientes que no le gustan.

El menú del restaurante cambia mes a mes y cada plato es exclusivo y casi mágico para los sentidos. En El Cielo, la ciencia y la imaginación se mezclan perfectamente, para dar como resultado preparaciones que resaltan los sabores, aromas, texturas y una excelente presentación, dejando atrás técnicas tradicionales para cocinar.

El menú no es de “platos”, sino de “momentos”, porque no todos son comestibles: comienza con la llegada de una concha que alberga una pastilla que, al contacto con el agua, se convierte en una toalla para limpiar las manos. Luego, un pequeño envase con ramas de eucalipto; la sugerencia es sentir primero el aroma y completar con el sabor de un bocadito de mazorca ‘baby’ en tempura de cerveza negra que las ramas traen en la punta. En otro “momento”, el pan llega con un aceite de apariencia sencilla, pero complejo en sabores por la especialidad de sus ingredientes.

Por supuesto, la experiencia no solo está cargada de degustaciones de sal. Entre plato y plato hay un tiempo para la chocolaterapia y otro de aire destilado, en el que la mesa se cubre de niebla para el olfato. Cada paso trae su sorpresa, como el sabor familiar de la papa solitaria que esconde en su interior un solomito a la parrilla envuelto en una espuma de tomate y pimentón.

Comer con todos los sentidos

El primer contacto con los alimentos es la parte visual, luego el aroma retronasal que consiste en oler dentro de la boca. Sumado a este concepto, Juan Manuel comenzó hace dos años a investigar sobre las neurociencias, de la mano del norteamericano Jurgen Klaric, experto en publicidad, branding, antropología de mercados y neuromarketing.

El Cielo le apuesta a una cocina creativa, a la cual Barrientos denomina ‘cocina tecnoemocional’, movimiento culinario de principios del siglo XXI liderado por Ferrán y Albert Adrià, cuyo principio es crear emociones valiéndose de nuevas técnicas y tecnologías.

“Este tipo de cocina implica el estudio de los ingredientes naturales y las reacciones químicas que produce en los alimentos. A grandes rasgos, se podría decir que esta disciplina científica estudia las transformaciones de los alimentos en la cocina”, afirma.

Ir a El Cielo no es ir a un restaurante, es irse a aventurar. Allí no se encuentra un tipo de comida específico, sino una experiencia única que despierta las emociones y los sentidos durante tres fascinantes horas.

Además de ser premiado como favorito por cuatro años consecutivos y declarado Destino Turístico e Icono de Ciudad por el Bureau de Medellín, este restaurante es la base de la Fundación El Cielo Para Todos, que apoya a sordomudos y soldados heridos en combate capacitándolos en su cocina. También ayuda a madres cabeza de familia en temas de nutrición y montaje de nuevas empresas, y a una corporación musical para jóvenes de una de las comunas de Medellín para rescatarlos de la violencia.

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