Sábado, 19 Abril 2025

Las grasas que consumimos en nuestra alimentación habitual son relevantes para diversas funciones de nuestro organismo ¿Por qué tienen tanta fama entre los seguidores de las dietas light?

Los esquemas nutricionales de las diferentes culturas han dado paso a investigaciones sobre el correcto funciona¬miento del organismo. Gracias a estudios recientes, las grasas han dejado de estar mal vistas y han recuperado el protagonismo que les corresponde en una dieta equilibra¬da. Algunas grasas pueden causar problemas de salud, pero también hay otras que son esenciales y tienen propiedades curativas. Necesitamos los ácidos grasos esenciales que pro¬porcionan las grasas insaturadas, pues su carencia conlleva a un crecimiento pobre en los niños, nivel bajo de energía, piel seca, exceso de triglicéridos en la sangre y, en muchos casos, desequilibrio hormonal.

 “Es importante mantener la porción adecuada de los dife¬rentes tipos de grasas para que se asimilen adecuadamente. Nuestro organismo puede fabricar y sintetizar por sí mismo los ácidos grasos saturados, pero no sucede lo mismo con los otros ácidos grasos como los monosaturados (más cono¬cidos como Omega 3 y 6). Por lo tanto, se deben obtener por medio de la alimentación”, asegura Clara Eugenia Tamayo Ro¬jas, terapeuta nutricional del Institute of Optimum Nutrition of London.

Mitos y verdades sobre las grasas

Hay varios tipos de grasa como las saturadas (presentes en la mayoría de productos de origen animal), insaturadas (se en¬cuentran fundamentalmente en las grasas de origen vegetal, como el aceite de oliva virgen y el pescado), monoinsaturadas (grasa saludable, presente en el aceite de oliva y de colza y alimentos que contienen ácido oleico, como el cacahuete y el aguacate) y poliinsaturadas (hacen parte dos ácidos grasos esenciales como el linolénico, omega 3, y linoleico, omega 6).

Por otro lado están las denominadas grasas hidrogenadas (TRANS) que se forman durante el procesamiento industrial de los aceites vegetales y se encuentran en las margarinas y algunos alimentos elaborados. Su consumo no es recomenda¬ble, porque estos aceites vegetales pasan a comportarse como grasas saturadas, aumentando los niveles de colesterol LDL (considerado perjudicial) y disminuyendo el colesterol bueno (HDL).

Desde hace años se conocen los efectos nocivos del consumo de alimentos con alto contenido de Ácidos Grasos Trans (AGT) y su relación directa con enfermedades cardiovasculares si la dieta contiene altos porcentajes de grasas trans.

Prácticamente, todas las escuelas de nutrición enseñan que aceites como el de coco y de palma son sumamente dañinos debido a su contenido de grasas saturadas y que las mejores opciones son el consumo de aceites vegetales como el aceite de maíz, soya, girasol y oliva, debido al contenido de grasas mono y polinsaturadas que en teoría nos ayudan a proteger nuestro corazón.

Ante este panorama, y a propósito de las últimas cifras arroja¬das por el Instituto de Bienestar Familiar, donde afirman que más del 50 por ciento de los colombianos sufren de obesidad, Catorce6 consultó con especialistas en el tema. A continua¬ción les mostramos una comparación entre el aceite de coco y el aceite de palma, ambos fundamentales para la salud.

Aceite de palma

El aceite de palma es de origen vegetal y se obtiene del mesocarpio de la fruta de la palma Elaeis guineensis. Es el tipo de aceite con más volumen de producción, solo superado por el aceite de soja. 

Es rico en compuestos químicos. Fuente natural de carotenoi¬des y vitamina E. 

Cuenta con la categoría GRAS (Genrally Recogniced As Safe) otorgada por la FDA (Food and Drug Administration). 

Contiene balance de ácidos grasos insaturados como el ácido oleico, considerado como caridoprotector. 

Por su alto contenido de tocotrienoles (forma de vitamina E), se le atribuye efecto protector contra el cáncer y las enferme¬dades crónicas neurodegenerativas como el Alzheimer. 

Según estudios, su consumo dentro de hábitos diarios en paí¬ses como Estados Unidos, Europa, Australia y Asia han esta¬blecido que este aceite tiene un efecto natural sobre el perfil lipídico, es decir, no aumenta ni disminuye sus valores al so¬meterse a cocción. 

Como todos los tipos de aceites, ya sean saturados o no satu¬rados, este contiene gran cantidad de calorías.

Aceite de coco

Es 48% ácido láurico, 7% ácido cáprico, 8% ácido caprílico y 5% ácido caproico. Todos estos ácidos que se encuentran en el aceite de coco resultan ser antimicrobiales, antivirales y antifungales poderosos, que arrasan con algunos de los mi¬croorganismos para peligrosos que existen.

Aproximadamente, 2/3 de la grasa saturada del aceite de coco está compuesta por ácidos grasos de cadena mediana, la cual tiene propiedades antimicrobiales.

Se digiere fácilmente por el cuerpo para la obtención de ener¬gía y es beneficiosa para el sistema inmunológico. Al ser un ácido graso de cadena mediana, no tiene efectos negativos sobre el colesterol y ayuda a proteger el corazón.

Como todos los tipos de aceites, ya sean saturados o no satu¬rados, provenientes tanto de la vaca o de origen vegetal como el de maíz, girasol, oliva y demás, contienen el mismo número de calorías por ración, mientras que el de coco contiene un poco menos de calorías.

Una cucharada de aceite convencional contiene 90 calorías, una cucharada de aceite de coco, 68 calorías.

A tener en cuenta

El uso de aceites vegetales refinados realmente produce la ganancia de peso, no solo por su contenido calórico el cual es almacenado directamente como grasa, sino que tiene efectos destructivos sobre la glándula tiroides, que controla el metabolismo. Los aceites poliinsaturados (los convencionales) suprimen las funciones de la glándula tiroides, reduciendo el metabolismo, justo lo contrario que el aceite de coco.

Por su parte, las grasas sólidas, a partir del aceite de palma, son mejores para la salud, ya que no tienen que pasar por el proceso de hidrogenación.
 

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