En la comuna seis de Soacha es evidente la negligencia de las autoridades frente a los hechos que se suceden a plena luz del día.
Cincuenta metros abajo de una de las gigantescas piedras que cuelgan del cerro de Las Tres Cruces de Soacha se encuentra el ranchito que sirve de hogar a una familia que llegó a la zona hace cuatro años cuando se dieron cuenta que los llamados “tierreros” estaban vendiendo lotes a tres millones de pesos pagados a cuotas que pueden ser cubiertas con bienes como un televisor, un celular o una licuadora.
Empezaron pagando arriendo en un sector sin legalizar de Altos de La Florida hasta que les entregaron el lote y cuando ya tenían habitable su ranchito de tablas, se pasaron a vivir en él. Habían llegado desplazados de Istmina – Chocó, así como otras familias en condiciones idénticas pero que venían de regiones como La Guajira, el Caquetá, el Cesar, Tumaco o Tolima. Entre todos trabajan cada semana para mejorar su barrio y para asegurar el suministro de agua, pues aunque muchos lo reciben del acueducto comunitario de la Vereda Panamá, otros recién llegados compran el líquido a carrotanques que vienen de Fontibón.
Foto: Redacción Catorce6
Ya han logrado construir algunas redes informales de alcantarillado para sus aguas servidas que terminan en pozos sépticos improvisados unos metros más abajo. Por su parte la energía la obtienen a través de una guaya de un poste y cada casa se conecta a ella a través de un cable.
Según el Plan de Riesgos de Soacha la zona tiene una marcada amenaza por deslizamiento, así el municipio no haya actualizado su Plan de Ordenamiento Territorial del 2000, como ordena la ley desde hace más de diez años.
De hecho un análisis con la técnica conocida como ortofotografía realizado por Catorce6, permite establecer la mayoría de los asentamientos localizados en la zona, están en muy alto riesgo de deslizamiento.
La Alcaldía de Soacha prefiere no mirar hacia la zona, y se queja de no tener herramientas eficaces para hacer frente a esa avalancha de desplazados que en los últimos 20 años terminó multiplicando por cuatro el número de habitantes.
“Este problema escapa a nuestro alcance, pues en Soacha no tenemos ni la capacidad institucional ni los recursos financieros para hacer frente a un problema que es de la Nación. Pero al Gobierno Nacional no le interesa Soacha a pesar de ser el principal receptor de población desplazada de todo el país”, dice un funcionario de la Secretaría de Gobierno de Soacha.
Lo que hoy son doce barrios de la comuna seis de Soacha, hace cuarenta años eran fincas de gente de la región, lugares de pesca y de paseo de olla.
Es precisamente este reino de la ilegalidad el que permitió la implantación de una “huesera” ilegal en la vía que conduce a la vereda Panamá que desde hace más de cinco años calcina huesos de todo tipo para los fabricantes de concentrados y también curten cueros, mientras su hedor se esparce por la región. La Alcaldía dice que la huesera fue cerrada pero los periodistas de Catorce6 fueron testigos que esta sigue funcionando.
Foto: Redacción Catorce6
Soacha es una de las ciudades colombianas donde menos verde por habitante hay. Según los estándares de la OMS, el número de metros cuadrados de verde por habitante debe ser de 10 ó 15, Bogotá tiene 4.93, localidades como La Candelaria cuenta con 1.39 y Soacha según expertos es mucho menos de 1. Encontrar en la zona una cancha para jugar es una odisea.
La soledad de estos hogares es la queja generalizada frente a un Estado que todos los días habla de ellos: de Soacha, de las víctimas, de los desplazados. Según los líderes comunales ese Estado poco hace para que se acabe el reino de la ilegalidad que permitió un poblamiento desordenado en zonas de altísimo riesgo. Las mismas autoridades como la Alcaldía y la CAR ven todos los días como se acerca la chispa a esa bomba de tiempo.
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