Un estudio de la revista Nature advierte que la deforestación, la escasez de lluvias y el calentamiento global amenazan con llevar al bosque amazónico a un daño irreversible.
/Adobe stock/
El estudio señala la posibilidad de que el sistema forestal amazónico alcance un punto de inflexión pronto, lo que causaría un colapso a gran escala y ha generado preocupación a nivel mundial. Este ecosistema, que alberga el 10% de la diversidad del planeta y contribuye hasta con el 50% de las precipitaciones en la región, es crucial para el suministro de humedad en toda América del Sur.
Los investigadores analizaron cinco factores principales de estrés hídrico en los bosques amazónicos, así como los umbrales críticos que, de ser superados, podrían provocar un colapso forestal. Estiman que para 2050, entre el 10% y el 47% de estos bosques podrían colapsar, exacerbando los efectos del cambio climático.
Uno de los factores clave es el calentamiento global. Para evitar perturbaciones en los ecosistemas, el límite seguro es un aumento de temperatura de 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales, según lo acordado en el acuerdo de París. Sin embargo, de superarse esta temperatura debido a las emisiones de gases de efecto invernadero y la deforestación, los límites críticos de no retorno podrían situarse entre 2 y 6 °C.
La deforestación acumulada es otro factor significativo, y su umbral crítico es el 20% el cual se intensifica con los cambios en el uso de la tierra. Más allá de este punto, la mortalidad forestal se acelera, lo que provoca reducciones en las precipitaciones regionales.
Los factores como la lluvia anual, donde el umbral crítico está entre 1.000 y 1.250 mm, la duración de la estación seca que debe ser de máximo 5 meses, y la intensidad de la estacionalidad de las precipitaciones, que tienen un umbral crítico de -400 mm de déficit hídrico máximo acumulativo, se intensifican en respuesta a la deforestación y al calentamiento global.
Para proteger el bosque amazónico y garantizar su resiliencia, se requieren acciones prácticas y efectivas a escala global. Estas incluyen evitar la deforestación, promover la restauración forestal en áreas degradadas, ampliar las áreas protegidas y los territorios indígenas, todo con el objetivo de preservar este invaluable ecosistema para las generaciones futuras.