Viernes, 25 Abril 2025
 
Por Alejandra Jaramillo
 
El crecimiento poblacional e industrial en Colombia ha gene­rado un aumento en la demanda de alimentos y un mayor consumo de productos, que al finalizar su vida útil terminan produciendo toneladas de desechos al año.
 
En los rellenos sanitarios del país se puede notar el desconocimien­to que aún existe entre los ciudadanos respecto a la clasificación adecuada de desechos y a su vez la irresponsabilidad de las indus­trias al no acatar la disposición exigida por la Resolución 4741 del 2005, la cual exige la adecuada disposición de desechos orgá­nicos, peligrosos y especiales en puntos de acopio autorizados para su aprovechamiento.
 
Según la Superintendencia de Re­siduos Públicos Domiciliarios, para el año 2013 se calcularon 26.726 ton/día de residuos sóli­dos en todo el país, en donde la mayores recolectas las tie­nen Bogotá (5.994,6 ton/día), Medellín (1.615,7 ton/día), Cali (1.513,4 ton/día), Ba­rranquilla (1.248,6 ton/día), Cartagena (909,8 ton/día) y Cúcuta (602,8 ton/día).
 
Se estima que en el país se generan aproximadamente 5´300.000 llantas anuales, lo que corresponde a aproximadamente 100.000 ton/año.
 
El problema radica en que muchos de los desechos peligrosos siguen mezclándose con los residuos ordinarios, diariamente pro­ducen un impacto ambiental y su mala disposición puede gene­rar enfermedades muy graves en la salud humana. Un ejemplo claro de residuos peligrosos son los bombillos ahorradores, cuyo principal componente es el mercurio, un metal que causa graves daños en el suelo, agua y aire y puede ser tóxico para los sistemas nervioso e inmunitario, el aparato digestivo, la piel, los pulmones riñones y ojos. Por eso, son dispositivos que deben tratarse con especial cuidado en el posconsumo, no deben ser arrojados en shuts o en lugares donde puedan quebrarse.
 
La Segunda Gran Encuesta Nacional Ambiental, realizada por Catorce6 y la Universidad de los Andes, revela que por lo menos 3 de cada 4 colombianos usan bombillas ahorradoras en sus casas. Es un hecho que el consumo se ha incrementado inten­samente desde 2010, lo que constituye la reducción de un 80 por ciento el consumo de energía.
 
Actualmente, Lúmina (de la ANDI) es el único programa de pos­consumo en Colombia encargado de recolectar todo el mate­rial residual de luminarias para disponerlo de forma controlada, que cuenta con gestores en Cartagena, Bucaramanga, Valle del Cauca, Antioquia y Bogotá. La sola capital recoge el 40 por ciento del material usado al año. “El proyecto consiste en re­coger los residuos una vez han terminado su ciclo de vida útil por medio de gestores, desensamblarlos y utilizar su material para producir nuevos productos o para fabricar otros”, explica el director de la organización, Wilson Contreras.
 
El 95 por ciento del material de las bombillas puede ser apro­vechado, pues están compuestas de vidrio y de pequeños me­tales que también pueden ser reutilizados al ser fundidos. Sin embargo, esto no ha podido ser posible, ya que para lograr un aprovechamiento de este tipo de material se debe importar y utilizar tecnología avanzada con la que el país aún no cuenta.
 
“En este punto el apoyo del Gobierno es esencial para lograr resultados contundentes, pues actualmente no existe ningún gestor que aproveche el cien por ciento del material y Lúmina hasta la fecha solo tiene la posibilidad de aprovechar el 20 por ciento de los residuos. Solo contamos con una planta en Cali donde se hacen pruebas del material para producir agregados para construcción. Las demás son solo recolectoras”, advierte Contreras.
 
En 2014, Lúmina logró recolectar 637 toneladas de material y para 2015 la meta es de 1.050. Hasta marzo de 2015 solo se han acopiado 87 toneladas, y aunque si bien no es una canti­dad despreciable, se estima que puede ser mucho más por la cantidad de bombillos de ingresan al país, pues en 2014 alcan­zó más de 36 millones de unidades.
En marzo de 2015, la Secretaría Distrital de Ambiente recogió 5.900 llantas de las calles de Bogotá para trasladarlas a una planta de recic­laje en Mosquera (Cundinamarca) donde serían trituradas y convertidas en material para hornos, canchas deportivas sintéticas, adoquines y asfalto. / Foto: Andrés Henao Álvarez
 
RUEDAN POR LAS CALLES LOS RESIDUOS ESPECIALES
Gran parte de las llantas en desuso son almacenadas en de­pósitos clandestinos, techos o patios de casas de vivienda y en espacios públicos, lo que suscita graves consecuencias en tér­minos ambientales, económicos y sanitarios. Las llantas usadas se convierten en el hábitat ideal para vectores como las ratas y mosquitos, que transmiten enfermedades como el dengue, la fiebre amarilla y la encefalitis equina.
 
La disposición de neumáticos en rellenos sanitarios fue prohibida por el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial en la Resolución 1457 de 2010, cuando se comprobó que produ­cían efectos desfavorables sobre el suelo y los recursos naturales. Además, también se estima que por su geometría y por efecto del metano dentro de la llanta, estas vuelven a la superficie.
 
Hoy es común encontrar cada día más y más llantas en ande­nes, entrecalles, parques, puentes y zonas residenciales, y en el peor de los casos son quemadas a cielo abierto como una alternativa equivocada para deshacerse de la basura.
Esta ac­ción implica la emisión a la atmósfera de material particulado, monóxido de carbono (CO), óxidos de azufre (SOx), óxidos de nitrógeno (NOx) y compuestos orgánicos volátiles (COVs), entre otros, los cuales contribuyen al temido efecto invernadero, cau­sante del cambio climático.
 
EJEMPLOS INTERNACIONALES
Todos los países del mundo han tenido que preguntarse qué hacer con las llantas usadas. España, Estados Unidos, Canadá, Japón, Italia, Alemania, Brasil, Honduras, Puerto Rico y México las están utilizando como materia prima alternativa para apro­vechar su potencial energético en la industria cementera. Des­pués de un proceso de triturado, los componentes de los neu­máticos reemplazan el carbón o el gas normalmente usado en los hornos. “El co-procesamiento —como se denomina a este tipo de procesos— funciona porque las emisiones producidas por los hornos cementeros serán iguales o menores si utilizas como combustible las llantas. Además, se reduce el consumo de recursos naturales. Las cenizas de las llantas terminan siendo un agregado al clinker, el principal componente del cemento, que se comporta con igual eficiencia en el producto termina­do”, argumenta Manuel Lascarro, presidente de la Asociación Colombiana de Productores de Cementos (Asocreto).
 
La normatividad en Colombia respecto a la implementación de estos procesos todavía es débil, y aunque el volumen de llan­tas no es tan grande como en los países desarrollados, siguen siendo un problema. “Estados Unidos, por ejemplo, produce centenares de llantas más de las que produce Colombia y aun así usted no ve las llantas tiradas en las calles y andenes. Su utilización como combustible es una manera más sostenible de hacer uso de este material, que de otra manera sería un re­siduo con implicaciones ambientales y urbanísticas”, asegura Eduardo Behrentz, decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de los Andes y experto en medio ambiente urbano.
 
Actualmente, Argos desarrolla dos proyectos pilotos de mate­rial picado en sus plantas de Río Claro —con una capacidad de procesar 20.000 toneladas al año— y Cartagena —de 35.000 toneladas anuales—. Para Lascarro, implementar este tipo de procesos en Colombia contribuiría al aprovechamiento del ma­terial y es una solución comprobada en varios países del mundo.
 
Otro método de aprovechamiento aparece en la Resolución 6981 del 2011, la cual establece que a partir del 2011, todos los asfaltos que se realicen deben contener como mínimo un 5 por ciento de gránulo de caucho de llantas y esta cifra debe­rá aumentar en un 5 por ciento cada año hasta completar un 25 por ciento de este material. En ese sentido, para el 2015 las empresas y entidades pavimentadoras como el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), la Unidad de Malla Vial y las alcaldías deben incluir en sus procesos un 20 por ciento de este material.
 
QUÉ SE HA HECHO CON LAS LLANTAS
Élmer Cardozo, director del proyecto Rueda Verde del programa Posconsumo de la Asociación Nacional de Empresas de Colom­bia (ANDI), cuenta que este agrupa a más de 82 empresarios, productores e importadores de llantas en el país, con quienes se han diseñado tres estrategias para la recolección de llantas: “Primero se realiza un vínculo con montallantas y talleres, los cuales almacenan las llantas cambiadas en sitios cerrados y secomunican con el programa para la respectiva recolección. Segundo, las llantas cambiadas constantemente por empresas transportadoras son entregadas al programa para su respectivo aprovechamiento. Y tercero, se realizan campañas con el apoyo de las secretarías de Ambiente y empresas de servicio público para concientizar a las personas sobre el impacto que generan estos residuos y su posible utilidad”.
 
Este material es llevado a plantas de procesamiento donde se­rán trituradas y posteriormente entregadas a la industria para la producción de canchas sintéticas, jardines infantiles, pistas de­portivas y calzado. El proyecto Rueda Verde recolectó 1.800.000 toneladas en 2014 y para este año la meta asciende a 2.000.000 de toneladas.
 
Pese a los esfuerzos, la responsabilidad de quién debe recoger las llantas en las calles que hoy invaden nuestra capital y mu­chas ciudades colombianas aún es confusa, pues ni el Ministe­rio de Ambiente, ni las secretarías de Ambiente, ni las empresas públicas de aseo ni el programa Posconsumo responden quién debe recogerlas y llevarlas a los puntos de disposición y aprove­chamiento. Además, Rueda Verde solo realiza la recolección de llantas de vehículos automotores, entonces, ¿a dónde va a parar las de motocicletas, bicicletas, aviones, maquinaria agrícola, ma­quinaria minera, que no están incluidas en la Resolución 1457?
Para Cardozo, muchas de estas son reencauchadas por su alto costo, de las demás no se conoce su paradero con exactitud. “Mientras siga estos vacío normativo, las llantas seguirán ador­nando nuestros paisajes urbanos y los ciudadanos seguirán siendo los afectados”, concluye.
 
Elaboración propia
 
Según Cristian Camilo Rivera, profesional especializado de la Dirección de Asuntos Ambientales, Sectorial y Urbana de Mi­nambiente, esta cartera y la Secretaría Distrital de Ambiente instalaron el 23 de enero de 2015 la Mesa Nacional de Llantas Usadas, un espacio donde participaron diferentes actores de la cadena (el Ministerio de Transporte, el Ministerio de Minas y Energía, la Agencia Nacional de Infraestructura - ANI, la Auto­ridad Nacional de Licencias Ambientales - ANLA, la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia - ANDI y la Asociación Colombiana de Reencauchadores de Llantas y Afines - ANRE), con el fin de dar una posible solución a esta problemática en todo el territorio nacional.
 
 
 
0
0
0
s2smodern