Excavar y quemar zonas pantanosas para extraer madera, cultivar o realizar obras civiles son algunas prácticas que han tomado fuerza en el departamento de Boyacá. Habitantes y autoridades prenden las alarmas por destrucción de humedales, considerados como ecosistemas de gran importancia para la región y el país.
Floresta y Busbanzá son apenas dos de los municipios afectados con estas tragedias ambientales. La comunidad denuncia que las fuertes conflagraciones no son producto del clima ni de fenómenos naturales, tampoco sólo por campesinos. La mayoría son provocadas por dueños de terrenos o empresas que buscan sacar provecho de estos lugares, sin tener clara la carga delictiva por afectar tanto recursos naturales, como belleza escénica del paisaje.
Los humedales son depósitos sostenibles de agua donde habita un gran número de especies de flora y fauna, varias endémicas (originales) de la zona, de ahí su importancia como patrimonio ecológico. Sin embargo, la mayoría termina como plantaciones de cebolla, papá, maíz y otros productos, contaminando acuíferos o degradando los recursos que son destino ideal para la migración de aves y hábitat de peces, insectos, mamíferos, entre otros.
Recientes estudios señalan que de las veinte millones de hectáreas de humedales con las que contaba el país hace una década, hoy solo existen tres millones, aspecto que preocupa a ambientalistas y al gobierno.
Por esta razón, instituciones ambientales diseñan campañas para informar a la comunidad sobre el valor ecosistémico de los humedales y así lograr que la gente denuncie cualquier acción delictiva. También invitan a las personas a preservarlos y darles el estatus ecológico que merecen, mientras autoridades y gobierno diseñan una normatividad más fuerte y estricta para evitar su desaparición.