Estrés térmico, acidificación del mar e incremento en la frecuencia y magnitud de ciclones, son las mayores consecuencias del cambio climático sobre los corales del mundo, aseguró un nuevo estudio del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Eric Jordan Dahlgreen uno de los investigadores de la UNAM, aseguró que las condiciones naturales oceánicas son las determinantes en el bienestar de los arrecifes y que las mismas pueden ser drásticamente transformadas por el calentamiento global, provocando un entorno no favorable para el crecimiento y reproducción de los corales.
“Aparentemente, la pérdida de calidad de las condiciones ambientales resulta también en una merma de su resistencia inmunológica, lo que aumenta la susceptibilidad a infecciones por bacterias patógenas” afirmó Dahlgreen. Además fue enfático en señalar “a escala local, los padecimientos más importantes son los conocidos como enfermedades blancas, por la rapidez con que aniquilan al tejido, hasta dejar sólo el esqueleto, y la banda amarilla, que al atacar a las zooxantelas -simbiontes de los corales indispensables para construir los arrecifes-, resulta fatal para los organismos”.
El informe señala que según la región del planeta, los peligros para los organismos que integran las comunidades coralinas cambian en importancia relativa.
Colombia cuenta con 2.860 km2 de área coralina que representan el 0.4% de los arrecifes existentes en el mundo, los cuales han sufrido graves consecuencias, especialmente en Islas del Rosario donde se han perdido casi el 70% de la especie acropora palmata, llamado coral cuerno de alce, considerado como uno de los más importantes del Caribe.
Este recurso natural cuenta con la característica de que es muy difícil de reponer y su tasa de crecimiento no es tan alta como la forma en que son explotados, por lo cual tendrán que pasar siglos para recuperar los arrecifes.
La importancia de los corales radica en que por tener una posición estratégica entre la costa sirven de lugar para la reproducción y crianza de cientos de especies. Además actúan como barreras para proteger los manglares y praderas de hierbas marinas contra los embates de los oleajes.