Miércoles, 16 Abril 2025

La explotación de la única especie en el ecosistema ha generado una proliferación de sustancias que pueden ser tóxicas.

lagunacochaLaguna de La COcha. / Foto: De Lombana - Trabajo propio

Los valores promedio de contenido de amonio, nitrito y nitrato reportados en una zona de producción intensiva de trucha arcoíris fueron casi 50 % más altos que los hallados en un punto donde no se realiza actividad piscícola.

A su vez, el contenido de fósforo total fue tres veces más alto en la zona de producción intensiva que en el punto sin jaulas flotantes.

Y aunque el ecosistema de esta laguna de Nariño aún es capaz de depurar la contaminación que recibe, tanto las excretas de los peces cultivados en las jaulas flotantes como los concentrados de alimento y algunos insumos químicos representan un riesgo potencial de proliferación de plantas acuáticas por contaminación. Esa fue la conclusión principal de una investigación de la Universidad Nacional.

“Los amonios, nitritos y nitratos están presentes en el excremento de los peces y son un indicador de contaminación. El fósforo total y el nitrógeno, por su parte, son desechos provenientes de los concentrados. En estos indicadores se encontraron diferencias significativas según la intensidad de la producción de cada zona y requieren de control y medidas preventivas”, advierte Elizabeth Burbano Gallardo, ingeniera de la Universidad en la Sede Palmira.

Según los datos de su investigación, cada año se producen en la laguna 2.500 toneladas de trucha arcoíris, mediante sistemas de producción en jaulas flotantes en los que operan alrededor de 90 productores o empresas de diferente envergadura.

La contaminación en las jaulas flotantes también estaría aumentando la cantidad de microorganismos en los sedimentos. En las zonas de producción alta y media se encontró una mayor densidad de bacterias nitrificantes, las cuales descomponen los desechos para que resulten menos tóxicos para el medio acuático y los sedimentos de la laguna.

El director de la investigación fue el profesor Guillermo Duque, quien explicó la metodología: se tomaron muestras mensuales a tres profundidades entre la superficie y el fondo de la laguna y en los sedimentos, en cuatro zonas: una sin actividad piscícola y tres en las que operan empresas pequeña, mediana y grande dedicadas a esta producción.

“Aunque las diferencias entre la zona del pequeño productor y el punto sin intervención productiva no llegan a ser significativas, sí existe alguna incidencia. Esto refuta la creencia de que solo las grandes empresas piscícolas son las que aportan contaminación y las que deben tomar medidas de control”, concluye la investigadora Burbano.

 

0
0
0
s2smodern