El informe Perspectiva de género en las migraciones climáticas de la Fundación Ecología y Desarrollo (ECODES) analizó situación de mujeres en Asia y África.
Foto: Estudio ECODES
El nuevo estudio publicado en Nature Climate Change, ha analizado por primera vez la capacidad de las mujeres para adaptarse eficazmente al cambio climático, mostrando cómo la migración masculina y las malas condiciones laborales de las mujeres, combinadas con la pobreza y el fracaso institucional, obstaculizan y limitan su capacidad de adaptación, sobre todo en Asia y África.
Mujeres, hombres y niños huyen de la sequía, las inundaciones, los huracanes o la hambruna en diferentes partes del mundo. En esas migraciones, la discriminación hacia las mujeres se exacerba.
“Las migrantes climáticas se enfrentan al aumento de las diferentes formas de violencia machista, como una mayor incidencia de matrimonios infantiles forzados, mutilación genital, violencia intrafamiliar y menor acceso a la educación y a los sistemas de salud pública”, señala el informe presentado la semana pasada Perspectiva de género en las migraciones climáticas de la Fundación Ecología y Desarrollo (ECODES) y dirigido por Beatriz Felipe Pérez, investigadora en la Universidad Rovira i Virgili (España).
La migración, en el caso de las mujeres y niñas, responde a una necesidad de supervivencia, de adaptación y de resistencias frente a los roles patriarcales impuestos y sustentados a lo largo de la historia en los diferentes ámbitos políticos, sociales, culturales, religiosos y económicos y que perdura y se reproduce en todo el proceso migratorio, señala el estudio.
El aumento de la feminización de la pobreza y de la migración visibiliza una realidad, que ha sido neutralizada por los marcos políticos y jurídicos y que se sigue olvidando, aun incluso en esta situación de cambio climático, a pesar de que las mujeres y niñas desempeñan roles claves y vitales para sus comunidades, especialmente, en términos de adaptación y resiliencia climática, agregan desde ECODES.
El cambio climático relega a mujeres y niñas a un segundo plano en la toma de decisiones y en la recepción de ayudas y beneficios. Ellas se convierten en las más vulnerables de las consecuencias de la emergencia climática y, a pesar de todo, siguen siendo las responsables de los cuidados de terceros.
El informe de ECODES apunta en la misma dirección: “Es necesario reconocer y visibilizar los diferentes roles, relaciones y desigualdades entre hombres y mujeres, niños y niñas en las migraciones climáticas, tanto antes de migrar como a lo largo del proceso migratorio, incluyendo a quienes no migran porque no quieren o porque no pueden hacerlo”.
Para la investigadora Beatriz Felipe Pérez es fundamental promover la participación en la toma de decisiones de las mujeres en todos los ámbitos y niveles. “Resulta primordial que se desarrollen las acciones necesarias para promover su acceso a la información y a la tenencia de la tierra, así como reconocerlas como agentes clave y necesarios para la lucha efectiva contra el cambio climático”, manifiesta el trabajo.
Para ello, una protección social efectiva es indispensable. Iniciativas como el sistema universal de distribución pública de cereales en la India o las pensiones y las subvenciones sociales en Namibia pueden ayudar a aliviar las presiones inmediatas sobre la supervivencia. Esto crea cierto margen de maniobra, subraya el artículo en Nature Climate Change.
Los autores también señalan que estos beneficios permitirían apoyar y fortalecer las acciones colectivas en las comunidades. No obstante, se requieren inversiones para ayudar tanto a hombres y a mujeres a enfrentarse de manera efectiva a los desafíos que les acechan.
Por ello, invitan a los actores de la cooperación internacional a impulsar proyectos y programas que promuevan la acción climática con perspectiva de género, con propuestas serias, ambiciosas y urgentes de mitigación y adaptación al cambio climático que hagan que nadie tenga que migrar de manera forzada y que, a la vez, ayuden a romper las desigualdades entre países y entre personas. A su vez, deben fomentar procesos hacia la transición ecológica.
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