Edwin Agudelo Córdoba
Biólogo marino del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas - Sinchi

Si bien la altura del río depende del sitio donde se registre el dato, este en ningún momento se desborda. Su condición de gran río o río-mar, como también se le llama, se traduce en incrementos suaves y continuos del nivel. En época de invierno se eleva 7 u 8 metros por encima de su altura mínima de verano, y cuando ocurren grandes crecientes 1 o 2 metros más del nivel medio de crecimiento anual.
El Amazonas es de origen andino y nace en el nevado Mismi, en Perú, a 5.597 metros sobre el nivel del mar. Desde allí, las aguas de deshielo fluyen al río Apurimac, tributario del Ucayali, que se une al Marañón para formar su cauce. Desde Iquitos, Perú, ya se conoce como Amazonas y en Leticia, Colombia, y Tabatinga, Brasil, como Amazonas-Solimões.
Su origen hace que los fenómenos climáticos que ocurren en los Andes del sur determinen el volumen de agua que transporta. Lo que fija la creciente o bajante del río es la alta o baja precipitación generada por la presencia o ausencia del cinturón de nubes en la cordillera de los Andes.
Esa dinámica determina el pulso de inundación, variación natural causada por la creciente y la sequía, resultado del ciclo hidrológico de los ríos. Esto se traduce en riqueza biológica y servicios ecosistémicos, por tanto no debe interpretarse como un “desbordamiento”, sino como el mayor de los beneficios en las dinámicas socioambientales de la región.
En un recurso como los peces, la creciente de las aguas representa la oportunidad de migrar, alimentarse, colonizar otros lugares, reproducirse y disminuir las tasas de depredación. Con las aguas llega la subienda y la posibilidad sociocultural de proveerse de pescado. En época de aguas bajas, cuando los peces migran al canal principal, la población ribereña se beneficia con pescado para consumo o comercialización.
La fauna acuática, la flora ribereña y los habitantes amazónicos están adaptados a las condiciones de cambio de nivel del río, sin mayores inconvenientes a esas particularidades. Pero cuando los centros urbanos crecen sin planificación, desconociendo la dinámica del agua en los planos de inundación, habitándolos, convirtiéndolos en fincas o interviniéndolos con infraestructura, se torna común hablar de emergencias por desbordamiento.
Este fenómeno natural resulta del comportamiento climático del planeta. El ciclo del agua se asocia a la variación del clima mundial como a la del clima en lo local. Al estar conectada la Amazonía y los Andes por el clima y el agua, lo que ocurra en la cordillera y en sus coberturas naturales afecta la planicie amazónica, así como lo que ocurra en esta incidirá en el ciclo del agua.
Tal vez un colombiano residente en la zona andina no lo sepa, pero es bueno informar que de perderse la cobertura natural de la cordillera Oriental y las zonas de piedemonte en Colombia, Perú y Ecuador, se afecta el régimen de lluvias y el ciclo del agua, lo que altera negativamente los servicios que el agua provee a los habitantes del Amazonas, como también la evapotranspiración, formación de nubes y transporte de vapor de agua que llega al centro de Colombia y se convierte en el líquido vital que cubre la demanda de los colombianos del interior.
Esta es una oportunidad para invitar a conocer, entender y defender el ciclo del agua, así como a comprender cómo algo tan vital conecta a andinos y amazónicos a través de los servicios que nos provee y que muchas veces desconocemos o subvaloramos.