Miércoles, 23 Abril 2025

La disposición final de las 750.000 toneladas de residuos peligrosos que cada año produce el país pasó de ser un trabajo despreciado a un jugoso negocio. Así se dispone el grueso de los residuos del sector hidrocarburos.

La tragedia ambiental que supone arrojar a la naturaleza decenas de toneladas de residuos corrosivos, reactivos, explosivos, tóxicos, inflamables, infecciosos o radioactivos fue una constante durante décadas en el país. Eso, hasta la entrada en vigencia de la Ley 1252 de 2008, que puso en cintura a las industrias. Desde entonces, el trabajo sucio se volvió un atractivo negocio. Si no, que lo diga Tecniamsa, la firma más grande del país en disponer los lodos y restos que se generan del sector de hidrocarburos (entre otros), responsable del 47 % de todos los residuos peligrosos (respel) que produce Colombia. Desde entonces, esa firma vio crecer su negocio —y sus rentabilidades— de forma mágica: pasó de tener un poco más de una docena de clientes en 2004, a cerca de cuatro millares, en 2012. Tienen plantas en Barranquilla, Mosquera, Manizales y Cali, y prestan servicios de incineración de residuos, celdas de seguridad, transporte de dichos residuos y asesoría.

Y es que el crecimiento exponencial era de esperarse dadas las nuevas reglas de juego y las estadísticas: nuestro país es el tercero de Latinoamérica en generar basura peligrosa que incluye, por ejemplo, restos humanos y todo lo que supone los despojos del sector hospitalario y químico. Cada año, el país produce 750.000 toneladas, de las cuales 175.000 vienen de Bogotá, dijo Gabriel Ocampo, gerente de esa industria. “Las empresas hoy hacen una buena disposición de los Respel porque la ley se los exige, pero no porque tengan una filosofía ambiental”, aseguró Aura Orozco, asesora ambiental de Tecniamsa. Dentro del listado de clientes de esa firma figuran, entre muchos otros, Coca-Cola, Ecopetrol, General Motors, Chevron y Mc Donalds. De hecho, y al margen de la titánica labor ambiental, también han llovido las críticas. Altas fuentes de la política, que pidieron omitir sus nombres, advirtieron que el de los residuos sólidos es tan buen negocio que incluso juega en contra del coprocesamiento, es decir, aprovechar ciertos residuos peligrosos en otros procesos en vez de incinerarlos. “Ese es el negocio de ellos y se han encargado de hacer lobby en el Congreso para que la ley no obligue a reutilizar desechos peligrosos de la industria cementera, por ejemplo. Lo que a ellos les sirve es quemar y quemar, porque ese es el negocio”, aseguró la fuente. Como sea, Tecniamsa lo está haciendo bien y cumple, de acuerdo con sus ingenieros, no solo con la normatividad colombiana sino con la europea en lo que tiene que ver con emisión de gases de efecto invernadero.

Así es el proceso

El proceso con los residuos comienza en la empresa que los genera, donde se deben conocer los desechos y separarlos de forma ordenada en la fuente para organizarlos según sus características y decidir el manejo que se les debe dar en el sitio de disposición final. En la planta, luego de un pesaje inicial, se decide si los desechos deben ser dispuestos en el relleno o en los hornos, dependiendo de su composición química y grado de peligrosidad, que definidos por el equipo de ingeniería química de Tecniamsa. Los elementos que tienen que pasar por el incinerador son guardados en un cuarto frio a -2 grados centígrados. Posteriormente son llevados al horno que alcanza una temperatura cercana a los 1000 grados centígrados, donde son incinerados sin generar emisiones mayores a las exigidas por la normatividad europea y las acordadas en el convenio de Basilea desde 1996. Los desperdicios que deja el proceso de incineración, como la ceniza, son llevados al relleno sanitario. La empresa cuenta con un horno totalmente automático, de combustión giratoria y capacidad de incineración de 1500 kilos por cada hora. El nivel de emisiones durante el proceso es bajo porque los gases pasan por una cámara de combustión, un ciclón y un filtro de mangas, lo cual genera una retención de material particulado superior a 0,1 micras. Actualmente, Bogotá junto con la región Caribe son los lugares que más aportan residuos peligrosos en el país, con 175.000 y 75.000 toneladas al año, respectivamente.

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